Si acudimos a cualquier periódico, observaremos que el tema de la crisis arrastra una serie de nociones, ideas y acciones propias y especiales  de esta mala situación económica. Entre ellas encontraremos  la del tijeretazo, recorte o ajuste que se está aplicando en varios ámbitos: educación, sanidad… Pero, ¿qué se quiere decir realmente cuando hablamos de tijeretazo, recorte o ajuste? ¿Se emplean como sinónimos o su relación va más allá de una relación de sinonimia? Esta pregunta la intentaremos contestar a lo largo de este artículo.

En el DRAE se  define tijeretazo como: Corte hecho de un golpe con las tijeras. No obstante, con la crisis económica de 1984, el término adquirió un nuevo sentido que permite que haga referencia a los recortes presupuestarios: se acudió a una experiencia material conocida para dar nombre a un acontecimiento abstracto; es decir, con este nuevo sentido, tijeretazo pasó, en ese contexto, a ser una metáfora ontológica a la que se ha recurrido cuando ha habido una crisis (Lakoff):

Italia está empezando a subir una dura cuesta de su recuperación económica, pero se trata de una operación que acabará abortando si no se obtiene una estabilidad monetaria  a través de un drástico tijeretazo al gasto público […]” EL PAÍS 02/04/1984.

En este caso, tijeretazo está reforzado por un adjetivo que le otorga  connotaciones más negativas, pues todavía no se encuentran en sus rasgos semánticos, de modo que se hace obligatoria la inclusión del modificador para dotarlo de más fuerza que al otro término que se puede utilizar para hacer la misma referencia, recortes (ver la entrada referente a recortes). En 1995, se utiliza tijeretazo:

[…]Una parte puede salir del pago de los intereses de la deuda y otra del recorte de subvenciones a empresas públicas. Pero el resto, de un ‘tijeretazo’ a las prestaciones sociales.”(El mundo, 15/12/1995)

Sin embargo, todavía no está marcado por una carga tan negativa, pues en esa división en tres secciones que se hace del pago de una deuda, hay una clara equiparación entre la parte que se recogerá gracias a unos “recortes” y la recogida gracias al “‘tijeretazo’”. En la actualidad, un aumento en la frecuencia de su uso, ha creado bajo la palabra tijeretazo el topos gradual (Anscombre y Ducrot) ‘cuanto más crisis, más tijeretazo’: “Tijeretazo en plena crisis” (ABC 5/4/2012); “La consejera afirma que la crisis obliga al ‘tijeretazo’” (El País 15/2/2012). Además,  pasa a estar claramente marcado con un valor negativo superior al que le otorgamos al término recortes; por tanto, ha habido una reducción en su extensión porque se ha añadido un rasgo extra, por lo que no va a poder hacer referencia a todos los recortes, sino a aquellos cuantitativamente más grandes o peor considerados, dejando de esta forma el terreno más acotado:   “Alarte plantea recortar 587 millones sin tijeretazo y sin gravar la gasolina” (El País 20/1/2012) “El Consell contempla más recortes tras el tijeretazo de Año Nuevo” (El País  3/1/2012) “Olano pide ‘prudencia’ para valorar el impacto de los recortes del ‘tijeretazo’” (El Mundo 1/6/2010). Con estos ejemplos podemos observar que el recorte no implica el tijeretazo “[…] recortar […] sin tijeretazo […]” pero tijeretazo sí que implica el recorte, es decir, es un término que arrastra a los que están por debajo en su escala:“[…] recortes tras el tijeretazo […]” o “[…] recortes del tijeretazo”. Incluso podríamos incluir otro elemento: ajustes.

El hecho de haber recurrido a un análisis de los usos en los que aparece este término, para después compararlos con aquellos en los que se utilizan recortes y ajustes, nos permiten concluir que la ordenación escalar actual de los tres términos es la siguiente:

Tijeretazo————————- recorte————————— ajuste

+                                                                                         –

Si establecemos que tijeretazo es más fuerte que recortes, con este ejemplo podremos determinar que ajustes es más débil que recorte: “Cospedal contesta: «No hay recorte, es ajuste para salvar servicios sociales»( El País 1/1/2012), o “La Junta insiste en que no hay recortes, sino ajustes por culpa del Gobierno”( El Mundo 29/9/2011).

Para completar estas ideas, podemos fijarnos en los elementos que introducen estos conceptos y notaremos que las preposiciones y las conjunciones, tanto sin como tras, del o sino tienen gran importancia a la hora de situar a los tres elementos en orden: “Alarte plantea recortar 587 millones sin tijeretazo y sin gravar la gasolina” (El País 20/1/2012), se excluye el tijeretazo pero sí se deja el recorte lo que implica que este es más débil: ‘no hay tijeretazo pero sí recortes’. En “El Consell contempla más recortes tras el tijeretazo de Año Nuevo”(El País 3/1/2012)  se dice que ‘el recorte será más suave después del tijeretazo que se ha aplicado’.  En “Olano pide ‘prudencia’ para valorar el impacto de los recortes del ‘tijeretazo’” se incluye el recorte en el tijeretazo, es decir, ‘que haya habido un tijeretazo implica también que el recorte se ha dado. “La Junta insiste en que no hay recortes, sino ajustes por culpa del Gobierno” en el elemento negativo es el recorte y el positivo el ajuste.

En definitiva, la extensión de significado que ha sufrido el término tijeretazo ha posibilitado que se encuentre en la parte superior de una escala en la que los elementos se organizan según su nivel de negatividad.

Rosa Romero-Nieva Mahiques

Las metáforas constituyen un recurso  fundamental del hablante para presentar en términos más comprensibles conceptos difíciles de procesar y el panorama económico no es una excepción. Una muestra de la productividad que trae consigo el empleo de este recurso  es el considerable incremento de hacer los deberes en las páginas de nuestros periódicos. De este modo, el ámbito escolar presta unos conceptos, que son familiares para el hablante, al mundo económico.

La primera cuestión que debemos plantearnos es el porqué de esa elección frente a la diversidad de espacios que también contribuirían a hacer tangible la crisis económica. Así, por ejemplo, podríamos referirnos al mundo deportivo y tomar prestados vocablos como entrenar o, haciendo homenaje a la sociedad rural, cabría la posibilidad de labrar nuestro porvenir económico. La estructura sintagmática hacer los deberes ofrece una nota adicional que estimula el creciente interés de políticos y medios de comunicación para plantear medidas resolutivas desde este empleo.

El motivo que justifica tal elección es  la existencia de una autoridad -el maestro– que desde su postura jerárquicamente superior posee no solo la posibilidad, sino, más bien, la obligación de marcar al alumnado las pautas que deben cumplir. Llegados a este punto deberíamos abordar un interrogante ineludible en nuestro análisis: ¿Cuál es el objetivo de emplear esta metáfora? Cabe apreciar que no es secundaria esta potestad concebida al maestro, ya que los estudiantes saben que cumplir diariamente con los deberes marcados no solo se presenta como una imposición, sino como una tarea que les reportará beneficios intelectuales. No obstante, al margen de que los resultados sean productivos, el deber no se nos revela como una opción sino como una obligación, una vía ineludible. De esta forma, el hacer los deberes no constituye una alternativa y, por tanto, no depende de la voluntad del alumno seguirla o descartarla.

Simétricamente, y aquí reside el quid de la cuestión, la Comisión Europea y Euroestat -organismos que velan por la política monetaria europea-  sometieron a España en el 2010 a un examen que constaba de 10 preguntas (A3 Noticias: 12/04/2012) Nuestro país, visible personificación del alumno que no logra alcanzar las expectativas marcadas, suspendió seis asignaturas: deuda pública, deuda privada, cuota de exportaciones, inversiones internacionales, balanza por cuenta corriente, tasa de desempleo (peor nota de todas),… Con el ánimo de recuperar las materias pendientes, España,  o, concretamente, los políticos anotan en su agenda la necesidad de emprender reformas en el mercado laboral y el sistema financiero para sentar, así, las bases de una recuperación sostenida del crecimiento económico y del empleo (ABC 03/04/2012). Los políticos vuelven a las aulas en ese afán por reducir el déficit público: organizan reuniones para hacer los deberes (El País 15/04/2012), inciden en la necesidad de marcharse de vacaciones con los deberes hechos (La Gaceta 03/08/2011), debaten acerca de la conveniencia de hacer los deberes en casa, es decir, renunciar a la ayuda de Europa (20 minutos 12/07/2011). Sin embargo, el alumno perseverante muchas veces actúa condicionado por el resto de compañeros y en este caso, España  atribuye su bajo rendimiento (subida de la prima de riesgo) a la “inestabilidad política” de Grecia. Asimismo, el alumno modélico no pospone los deberes hasta el último momento, pues, inexorablemente, la capacidad de actuación no será la idónea (Nuevatribuna 29/02/2012). Los ministros han emprendido recientemente drásticas medidas para lograr el tan deseado aprobado: ajustes presupuestarios, reformas en el mercado del trabajo y el sector financiero,… Frustrados estos intentos, el país recurre a la ayuda del profesor, es decir necesita la cooperación de la zona euro. Tal y como se están desarrollando los acontecimientos, nuevos términos podrían incorporase a este marco escolar, infantilizando, una vez más, la imagen de España. En un futuro los periódicos podrán abrir sus páginas con titulares como “España ha sido castigada– sanción económica- por no obedecer a sus padres”, “España solicita nuevamente la beca (fondo monetario europeo) para salvar el curso” o”La Comisión Europea afirmó que España está cumpliendo con sus deberes y, por eso, no necesita de clases de apoyo (rescate económico) para reforzar las materias pendientes”. Por el momento, las noticias insisten en presentar a ese maestro que demuestra su confianza en el alumno para que persevere en su labor y no claudique en el intento.

Por tanto, debemos leer con detenimiento el lenguaje que escogen medios de comunicación y políticos, pues tratarán de ofrecer la imagen de la crisis que más satisface sus intereses. Así, si las autoridades representan la difícil situación económica como una tarea que requiere ser aprobada, el ciudadano no solo consigue entender una realidad que en términos más específicos no comprendería; sino que, además, se compadecerá de aquel desdichado alumno y tratará de colaborar en la mayor medida a que el país y sus gobernantes logren alcanzar las expectativas marcadas.

La educación despunta como un área productiva desde el punto de vista económico, sus vocablos han emigrado hacia nuevos registros discursivos y, en fin, la crisis se presenta como un arduo examen que debe ser aprobado con sobresaliente. Resulta curioso, o quizá preocupante, que ese mismo interés del que hacen gala diputados, congresistas y demás expertos en la retórica no constituya fundamento suficiente para frenar las recientes propuestas de recorte que tanto daño ocasionarían a la fuente que nutre sus discursos. Huelga precisar que con ello no pretendemos que la jerga estudiantil invada todo el terreno político, es decir, que los políticos se vean abocados a renunciar a coches oficiales y opten por realizar su trayecto hacia el congreso en autobús escolar.  El sistema educativo no constituye un lastre que deba ser paliado por medio de  programas que mengüen las ayudas destinadas hacia esta pieza angular de la sociedad. El hacer los deberes representa un objetivo indispensable tanto desde la perspectiva económica como educativa, pues únicamente, de este modo, España progresará adecuadamente.

Irene Bernabeu García