A lo largo de la crisis, numerosas expresiones han acabado convirtiéndose en clichés fácilmente reconocibles, empleados por políticos tanto de un signo como de otro para justificarse. Como apunta Luis Daniel Izpizua en su artículo “Posibilidades”, publicado en El País (23/05/2012), “Se repite hasta la saciedad que nuestros actuales problemas derivan de que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Ahora bien, ¿cuáles eran nuestras posibilidades?”.

Multitud de artículos como este, “Por encima de las posibilidades ¿de quién?” (Francisco Pastor Guzmán, El País 24/02/2012, “La ofensiva mediática de la derecha” (Josep Sorribes, El País, 09/04/2012), o “Las mentiras de la austeridad” (Fernando Luengo, Jorge Uxó, El País, 05/05/2012) tienen como tema principal el desmontar cómo ciertas políticas que apoyan los recortes utilizan esta expresión argumentativamente, como apunta este último:

“Otra falsedad es que ‘hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y ahora toca hacer un esfuerzo colectivo de austeridad’. Este mensaje elimina las diferencias sociales, como si todos hubieran tenido la misma capacidad de endeudamiento o de capturar las rentas generadas por las burbujas, o como si los recortes no estuvieran afectando especialmente a los más vulnerables. Y se desliza además que ‘todos’ somos corresponsables de la crisis, quedando sepultada una explicación más profunda que enfatiza precisamente las desigualdades como un elemento central” (Fernando Luengo, Jorge Uxó, El País, 05/05/2012)

Así pues, distinguimos dos usos de esta expresión: el primero, tomado literalmente, es empleado por políticos de todo signo, como Rajoy, Aznar, Mayor Oreja, Zapatero, y empresarios como Juan Roig, para justificar los recortes en derechos sociales y laborales:

“Juan Roig, propietario de una empresa que vende productos por valor de 15.500 millones de euros y emplea a 62.000 personas, lanzó ayer un aviso a navegantes. La crisis no ha acabado, vaticinó el presidente de Mercadona, quien dejó claro que los españoles han vivido por encima de sus posibilidades y alertó de que el único camino para no retroceder en calidad de vida pasa por aumentar la productividad”. (“Un baño de realidad”, ABC, 05/03/2010)

Y el segundo, que podríamos denominar contraargumentativo, oscila desde el desmontaje retórico, como el ejemplo de antes, pasando por la ironía más abierta,

“Ahora, ante un festín verdaderamente indigesto que nos hace hablar de los millones de euros como si fueran calderilla, hay más de una mente despejada que sigue con ese mantra de que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades” (Félix Madero, “Vivir como ricos”, ABC, 04/06/2012).

y la negación tajante

“Hay una inmensa mayoría de ciudadanos que no hemos sido partícipes de la crisis de ningún modo, que no hemos disfrutado de ninguna vaca gorda y que no hemos vivido por encima de nuestras posibilidades en ningún momento, especialmente los de rentas más bajas, que justamente van a ser los más perjudicados por los recortes”, (José Ignacio Rojas, “Recortes para todos”, El País, )

llegando a la desesperación más absoluta:

“Si vuelvo a oír eso de que “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”, gritaré y gritaré” (Ignacio Vidal Folch, “Eufemismos de la situación”, El País, 24/02/2012).

En esta entrada nos proponemos analizar los usos de esta expresión en los últimos cinco años, clasificándolos como argumentativos o contraargumentativos, en las ediciones digitales de dos periódicos de tirada nacional, de ideología política distinta: uno de centro-derecha, el ABC, y el otro de centro-izquierda, El País:

Como observamos, existe una diferencia notoria entre ambas publicaciones. En ABC el primer uso contraargumentativo que se da es en 2012, mientras que en El País este ya se registra desde 2009. En el primero el uso argumentativo es más notorio hasta el 2011, en el que se registran hasta 25 casos, frente a los 7 de El País, pero el quiebre sustancial se da en el paso del 2011 al 2012. La aparición de 9 usos contraargumentativos en el ABC y el descenso del uso argumentativo hasta 15, se contrapone a que en El País ambos aumentan: si bien el aumento del uso argumentativo es leve (de 7 casos en 2011 a 13 en 2012), en el contraargumentativo se pasa de 4 usos en 2011 a 32 en 2012. Las oscilaciones de ambos usos entre los dos diarios puede ser explicada por las diferentes tendencias políticas: en el ABC primará el uso argumentativo frente a El País, aunque cabe recordar que en este el uso contraargumentativo no superará al argumentativo hasta el 2012. Si analizamos el género discursivo en el que se encuentra cada caso, podremos tener una pista sobre ese quiebre que se produce en 2012, que en la siguiente gráfica de los resultados totales se observa claramente:

Tanto en ABC como en El País, la gran mayoría de usos argumentativos se encuentran en declaraciones de políticos en noticias, y los usos contraargumentativos, en artículos de opinión (aunque haya numerosas excepciones). De esto se deduce que los usos argumentativos tienden a pertenecer a ámbitos institucionales, mientras que los contraargumentativos, a la opinión crítica. Si analizamos el principal cambio en la esfera política desde el 2011 al 2012, tendremos la respuesta a este cambio: el ascenso del Partido Popular al gobierno, con todas las políticas de recortes y de austeridad que ha conllevado este paso.

Por tanto, y como conclusión, se explica que ante esta situación desesperante, una gran masa de artículos de opinión pongan en evidencia las estrategias retóricas que sustentan estos recortes que, si bien ya se daban en el gobierno anterior, se recrudecen con el nuevo. El uso argumentativo irá reduciéndose a la repetición casi instintiva de políticos y empresarios del cliché que se ha ido lexicalizando con los años.

Montserrat García

«En el mundo de la música ya está todo inventado». Raro resulta no haber oído nunca esta frase. El mismo ritmo, los mismos acordes o arpegios se repiten de forma casi exacta en diferentes canciones de carácter mundialmente conocidas. ¿Hablamos de coincidencia, referencia o copia?

Siguiendo esta idea, si nos centramos en los argumentos políticos a nivel internacional descubriremos que, como en la música, parece que no hay nada nuevo bajo el sol, mucho menos si nos centramos en el planteamiento discursivo que presentan los dirigentes en época de crisis.

Contrastemos algunos de los ejemplos argumentativos más relevantes en el discurso de Mariano Rajoy (1) en el Congreso de los Diputados del día 11 de julio de 2012, con el del ex presidente argentino Carlos Saúl Menem (2) del 8 de julio del año 1989.

(1)(http://www.lamoncloa.gob.es/Presidente/Intervenciones/

Sesionesparlamento/2012/prsp20120711.htm).

Segunda mitad, tras la exposición de datos

(2) (http://www.bcnbib.gov.ar/novedades/dr.menem1989.pdf)

Como podemos observar, tanto el  planteamiento retórico como discursivo es diferente en cada caso. Difiere de forma notoria el aspecto formal entre ambos ya que si nos centramos en los rasgos generales del discurso del ex presidente argentino, vemos un discurso didáctico y narrativo que permite diferenciar entre la captatio benevolentiae con la que intenta ganarse el favor del público, así como el empleo reiterado de citas bíblicas y parafraseos de autoridades religiosas utilizado para sustentar los argumentos expuestos, recurso no utilizado en el caso del presidente español al no encontrar ningún tipo de figura retórica.

Aun así,  aunque las diferencias sean visibles, también lo son las igualdades en cuanto a los argumentos utilizados para justificar las «medidas excepcionales» que serán tomadas:

«Nos encontramos en una situación extraordinariamente grave y es preciso corregirla con urgencia» (Mariano Rajoy)

«Esta economía de emergencia va a vivir una primera instancia de ajuste. La economía argentina está con la soga al cuello y ya no queda lugar para los titubeos» (Carlos Saúl Menem)

De este modo, nos encontramos ante el mismo argumento expresado desde diferentes países, con más de 20 años de diferencia entre uno y otro: «las medidas son dolorosas, pero son necesarias». Se trata de una idea que corresponde al esquema argumentativo de crisis financiera aplicable a cualquier país que comparta las mismas circunstancias.

Observamos un planteamiento que sigue un esquema circular, llevándonos al mismo punto del que partimos: a mayor gravedad de la situación, el gobierno pide un mayor esfuerzo por parte de la ciudadanía que se traduce en un mayor «ajuste» o mayores «medidas excepcionales», que torna en aún más grave la situación para el mismo ciudadano.

< + gravedad, + esfuerzo>

 < + ajustes, + gravedad >

Para conocer las medidas de Rajoy, se puede visualizar el siguiente video http://www.youtube.com/watch?v=HFRz3PIL0ps o leer el siguiente artículo de  ABC «Las 35 medidas del Gobierno de Rajoy para ajustar  65.000 millones de euros»

http://www.abc.es/20120711/espana/abci-relacion-medidas-ajuste-rajoy-201207111234.html

Sobre las reformas del Estado llevadas a cabo por Menem:

http://www.youtube.com/watch?v=AGlL1FvFMBY&list=PL96792D82CDB1498D

http://www.presidentesargentinos.com/21/primera-presidencia-de-carlos-saul-menem/

Las justificaciones que sustentan ambos argumentos son a su vez, muy parecidas. Se basan en el posterior anunciacio por parte del propio emisor  del  conocimiento de que el tipo de medidas que tomará el Gobierno son duras y de carácter agresivo, por lo que de este modo, intenta contrarrestar el descontento que provocará en los oyentes comentando  su consciencia ante tal situación, volviendo a resaltar que estas reformas se llevarán a  cabo ante la gravedad por la que atraviesa el país a modo de intensificación, reforzando así el mensaje. Si el emisor se pronuncia de modo visible en el enunciado, quedará constancia de su compromiso, lo que generará una hipotética seguridad en el oyente.

Mariano Rajoy: «Sé que las medidas que les he anunciado no son agradables. (…) No son agradables pero son imprescindibles» «Hacemos lo que no nos queda más remedio que hacer». Destacable el uso del plural inclusivo para referirse al Gobierno en su conjunto, para luego cambiar a una primera persona, lo que transfiere el carácter obligativo de la enunciación a una emisión más personal, restringiendo y particularizando el efecto: «Yo soy el primero en estar haciendo lo que no nos queda más remedio que hacer» «Yo soy el primero en estar haciendo lo que no le gusta».

 

Carlos Menem: «Sería un hipócrita si lo negara«. Observamos cómo emplea un argumento ético o moral.  «Sé que vienen días muy duros, pero vienen días duros en los que vamos a sembrar para que dentro de un tiempo prudencial podamos cosechar excelentes frutos»

Ahora bien, como hemos visto, los argumentos de necesidad  planteados son efectivos para una situación  presente que, vista de forma abstracta en los ejemplos, repercutirá en el futuro, por lo que el esquema de tipo circular que se ha mencionado se rompe al encadenar un segundo argumento que muestra el efecto concreto que causará en el futuro  tal afirmación, como observamos en el último ejemplo mencionado.

Carlos Menem utiliza una metáfora visible para situar al oyente en lo provechoso que será la serie de medidas que pretende utilizar, figura retórica que no observamos en Mariano Rajoy, excepto cuando habla de «lograr» salir de la crisis, o «ganarle a la crisis» como si de un juego cargado de estrategias se tratase. Aunque el contenido argumental coincida, no lo hace en cuanto al aspecto formal, debido a que la utilización de figuras retóricas en el discurso político del espacio peninsular es mínima.

Retomando los ejemplos,  observamos cómo ambos políticos encadenan el argumento de lo doloroso pero necesario que resulta llevar a cabo ciertos «ajustes» al hecho de que a partir de estos sacrificios, se garantizará le progreso en el futuro:

<+sacrificios, +progreso>

A ello remite  el final del discurso de Mariano Rajoy «Esto es lo que da sentido al esfuerzo, al sacrificio y a las privaciones. (…) estamos hablando de la esperanza de millones de familias, y muy  en especial, de esa juventud española que aguarda para asomarse a un futuro»  En comparación con el último ejemplo del ex presidente argentino, descubrimos que no solo en esta afirmación, sino a lo largo de todo el discurso, no aparecen marcadores temporales que determinen el momento en el que se verán «los frutos» de tales medidas, como se indica en la cita mencionada mediante «un tiempo prudencial», de carácter totalmente indeterminado y ambiguo.

Por último, el cierre de ambos líderes políticos mantiene prácticamente la misma dirección: aunar fuerzas es la clave. Es decir, de la crisis se saldrá con el esfuerzo de todos.

M.R: «… con la ayuda de muchísimos españoles, que serán muchísimos españoles».

C.M: «Por Dios, todos juntos, hacia el triunfo final (…) levantemos nuestros brazos, aunemos nuestros corazones y nuestras voluntades; la Patria nos espera, el futuro nos espera» 

No podemos dejar de lado cómo ambos líderes, aumentan el sentimiento nacional en relación a lo dicho a lo largo discurso que actúa como cierre, ganando así, la simpatía del oyente mediante el realce de su figura e imagen.

La alusión a la Patria, al país, a sus ciudadanos, es abundante en el discurso de Ménem, considerando que la apelación a la unanimidad  nacional es un elemento regular en el desarrollo de cualquier discurso político al agitar de forma entusiasta el ánimo de sus oyentes. Se trata de una herramienta recurrente en todo discurso que consigue exaltar enormemente a la ciudadanía argentina debido a su arraigado concepto patriótico. Esta sería la causa por la que el aspecto formal de ambos discursos difiere enormemente. Las coordenadas ideológicas, en este sentido, no son compartidas con los discursos políticos peninsulares.

Cabe destacar la importancia del «topoi» en este sentido, que se explica a la perfección en la obra  Historia de la crisis Argentina

( http://www.cadal.org/libros/nota.asp?id_nota=1518 ) y que permiten aclarecer ideas sobre la continua repetición de conceptos como «justicia social«. Muy interesante resulta el estudio de María Piñedo  que especifica el uso semántico en los discursos políticos del ex presidente argentino (http://www.saap.org.ar/esp/docs-congresos/congresos-saap/V/docs/bonetto/maria-teresa-pinero.pdf)

De este modo, tendremos que fijarnos con atención y recordar los argumentos empleados durante la actual época de crisis en España porque, como hemos visto, no importa el país o partido político del que se trate: a los argumentos y a las justificaciones, al igual que el léxico generado por este periodo (corralito, escrache, recortes, etc.), como en el tango, se los verá volver y serán recuperados de manera sistemática.

Tan sólo queda esperar pacientemente a que vuelvan a ser nombrados, aunque ya se sabe que el tiempo es relativo y, sobre todo, que veinte años no es nada.

 

Florencia Battagliero Bocco

En nuestro contexto habitual, la crisis económica se ha convertido en un factor con el que debemos entender y tratar de interpretar gran cantidad de información que afecta al desarrollo de nuestras vidas. Durante este lapso de tiempo, hemos sido testigos de la relevancia que el lenguaje ha adquirido como medio de expresión por parte de las esferas del poder público para abordar problemáticas que han generado una gran sensibilización y concienciación social.

En esta entrada, nos disponemos a analizar un problema lingüístico surgido a raíz de la adopción por parte del Gobierno español de una medida en la que se permitía la regularización de capitales no declarados; la opinión pública dedujo que, bajo esa decisión, se escondía verdaderamente una medida de amnistía fiscal que daría impunidad a los evasores fiscales y defraudadores.

En primer lugar, comprobaremos cómo el Gobierno anunció la medida sin hacer ningún tipo de mención a la amnistía fiscal. En segundo lugar, mostraremos cómo el ministro Montoro se sirvió de la denominación oficial de la medida como Declaración Tributaria Especial. A continuación, trataremos el uso del eufemismo regularización por parte del ministro para evitar la incipiente polémica. Por último, observaremos cómo los medios de comunicación desde un primer momento utilizaron  el término amnistía fiscal para mencionar dicha medida.

1)    La presentación de la medida y la amnistía fiscal.

El Gobierno español adoptó una medida el 30 de marzo de 2012 que denominó como Declaración Tributaria Especial en la disposición adicional primera del Real Decreto-ley 12/2012 http://www.boe.es/boe/dias/2012/03/31/pdfs/BOE-A-2012-4441.pdf.

En los Presupuestos Generales del Estado de 2012 se indicaba, en el apartado correspondiente al Presupuesto de Ingresos, lo siguiente acerca de las acciones contra el fraude fiscal: “Medidas excepcionales para incentivar la tributación de rentas no declaradas”, a lo que sigue en el mismo apartado: “Se impulsa también la lucha contra el fraude” http://www.lamoncloa.gob.es/NR/rdonlyres/887E6D29-44E3-4C8F-99F6-8EC0DB6FCF8E/199090/PresentacinPGE2012.pdf.

Como consecuencia de su publicación y su presentación en la sesión de control al Gobierno en el Congreso, comenzó a sobrevolar el fantasma de la amnistía fiscal.

Si nos acercamos al Diccionario de la Real Academia encontramos la siguiente definición de amnistía: “ Olvido legal de delitos, que extingue la responsabilidad de sus autores.” De este modo, podemos comprobar cómo dicho significado es asociado directamente con un delito que se verá librado de culpabilidad legal. En la situación en la que se encuentra nuestra sociedad, que un delito fiscal quede libre de culpa puede provocar un gran malestar social, por lo que las autoridades son conscientes de ello y emplean estrategias retóricas que disminuyan el peso de sus decisiones.

2)    La Declaración Tributaria Especial (DTE).

El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, consciente de dicha situación, ha tratado de mitigar esta interpretación bastante generalizada de la amnistía, eludiendo la utilización de dicho término. Así pues, ha denominado a esta medida como declaración tributaria especial (DTE)

http://www.elperiodico.com/es/noticias/economia/montoro-regularizacon-encubre-delito-cometido-2300741.

Podemos comprobar cómo en esta denominación se emplean unos términos genéricos que no especifican de forma clara su intención, puesto que el hecho de ser especial no aclara cuál es el verdadero objetivo que estaría comprendido dentro de esta medida.

Encontramos algunas muestras en sus declaraciones, en las que se refería a dicha medida de la siguiente forma: “La DTE [Declaración Tributaria Especial] no borra ni limpia delitos» o «La regularización no encubre el delito cometido»

http://www.elperiodico.com/es/noticias/economia/montoro-regularizacon-encubre-delito-cometido-2300741.

Por consiguiente, si no se trata de una amnistía fiscal y tan solo es una regularización, deberíamos pensar el motivo por el que pretende aminorar la carga del discurso, refiriéndose a términos que se dirigen claramente a algo excepcional o fuera de lo común y a la infracción de un código.

3)    La regularización como eufemismo.

Por otro lado, en diversas ocasiones, el ministro ha tratado de disminuir la connotación de la palabra amnistía, acudiendo a unos términos eufemísticos que evitan la alusión directa al término y vuelven difusa su comprensión. El eufemismo que se ha utilizado para sustituirla en la mayoría de ocasiones es: regularización; el Diccionario de la Real Academia define regularizar, en su segunda acepción, de la siguiente manera :”Legalizar, adecuar a derecho una situación de hecho o irregular.”

Tal y como podemos comprobar en esta acepción, su significado lleva implícito el hecho de que se ha cometido un acto irregular; de modo que, cuando indica que se trata de una regularización, podemos inferir que se está refiriendo a unos actos que, en sí, no han sido los adecuados.

Podemos pensar que el hecho de acudir a este término reside en que una regularización pone al corriente o normaliza una situación anómala; mientras que amnistía refiere de forma directa al delito y a la omisión de cualquier tipo de responsabilidad de los infractores. Por lo tanto, podemos  reflejar el proceso de regularización en el siguiente esquema, en el que partimos de una situación irregular que a través de este procedimiento acabará incorporándose a una situación de normalidad:

 

 

 

 

 

 

 

De esta forma, Montoro ha recurrido a negar de manera explícita la palabra interdicta amnistía fiscal acudiendo a una explicación que rebaja la intensidad del término. Sin embargo, realiza un rodeo que dificulta la comprensión por parte del receptor y deja a su cargo la interpretación:

«Señoría, no hay ninguna amnistía fiscal. En el proyecto de ley del Gobierno lo que hay es una regularización de rentas y de activos, que es una figura bien distinta, y además es una medida excepcional para un tiempo excepcional» http://www.publico.es/espana/429007/montoro-sigue-cubriendo-la-amnistia-fiscal-de-eufemismos

En esta declaración, la argumentación manifiesta la vaguedad de su razonamiento. En primer lugar, el esfuerzo en diferenciar su medida de una amnistía fiscal lo lleva a realizar una justificación     “que es una figura bien distinta”  –en este enunciado observamos que trata de remarcar dicha diferencia a través del “bien” que actuará enfatizando la distinción–. Asimismo, debemos tener en cuenta el léxico empleado: “regularización”, como término eufemístico, y “excepcional”, manifestando el sentido de la palabra, que la Real Academia define como: “Que constituye excepción de la regla común.”

De este modo, observamos que, a pesar de acudir a otras expresiones que no sean amnistía, el ministro basa sus declaraciones en la justificación de que la medida no exime la culpabilidad de los delitos; si a este hecho le sumamos el resaltado carácter de excepcionalidad con el que justifica su decisión, comprobamos que el ministro trata de defender su medida de ser calificada de inusual o ilícita, pero no deja incurrir en el campo de la transgresión de la ley en sus explicaciones, por lo que justifica su medida como una excepción a la norma.

4)    La medida y la opinión pública.

A pesar de los esfuerzos del ministro por salvarse de una situación que podría ocasionar el deterioro de su imagen pública, observamos cómo los medios de comunicación de diferentes tendencias políticas han optado por utilizar el término amnistía fiscal para esta medida; por lo que han tratado de sacar a la luz su significación, ofreciéndola a un destinatario tan heterogéneo como es la población, que no precisa de ambages ni juegos retóricos.

A continuación, presentamos diversas muestras de cómo la prensa ha recogido en sus noticias el término amnistía fiscal sin acudir a la denominación ofrecida por el Gobierno:

  • “Diego Torres regularizó 160 mil euros con la amnistía fiscal

“Diego Torres, exsocio de Iñaki Urdangarín, se acogió a la amnistía fiscal del ministro Montoro. Torres regularizó, al menos, 160 mil euros que tenía en una cuenta bancaria en Luxemburgo por lo que pagó el 10%. “

http://www.abc.es/videos-espana/20130401/diego-torres-regularizo-euros-2269055483001.html

  • “Los patrimonios aflorados tras la amnistía fiscal permitirán recaudar 250 millones este año”.      (La Razón, 30/04/2013)

http://www.larazon.es/detalle_normal/noticias/2088981/economia/los-patrimonios-aflorados-tras-la-amnistia-f#.UcXfS9ebu6o

  • “El fiscal pide a Hacienda los datos de la amnistía fiscal del apoderado de Bárcenas”(El Mundo, 14/03/2013).

http://www.elmundo.es/elmundo/2013/03/14/espana/1363284931.html

  • “El juez Ruz investiga si 21 imputados en Gürtel se beneficiaron de la amnistía fiscal.”

http://politica.elpais.com/politica/2013/02/05/actualidad/1360080667_874788.html

  • “Hacienda ya había dicho que esperaba que permitiera aflorar más de 40.000 millones, que fue la cantidad que la regularización tributaria especial, conocida como amnistía fiscal, consiguió sacar a la luz.”

http://www.eldiario.es/economia/Rajoy-contribuyentes-declarado-extranjero-millones_0_135087189.html

Por consiguiente, podemos observar que los medios de comunicación de distinto carácter ideológico no dudan en evidenciar aquello que los organismos oficiales pretenden evitar. De hecho, podríamos pensar que esta consideración solo se encuentra en medios de comunicación globales, no específicos. Sin embargo, podemos observar cómo, en diarios económicos especializados, el proceder ha sido el mismo:

  • “La amnistía fiscal permitirá blanquear dinero negro de origen dudoso”

http://www.finanzas.com/noticias/economia/fiscalidad/20120605/amnistia-fiscal-permitira-blanquear-1399211.html

  • “A la Agencia Tributaria no le consta que Pujol Ferrusola se acogiera a la amnistía fiscal, en respuesta a la información que le requirió el juez el pasado 5 de febrero y con la que trataba de comprobar si tenía ingresos procedentes de fuera de España.”

http://www.expansion.com/accesible/2013/04/09/catalunya/1365518411.html

  • “Los patrimonios aflorados tras el proceso de amnistía fiscal permitirán recaudar 250 millones de euros este año, a pesar de que el importe aflorado ascendió a 40.000 millones de euros, según calcula el Gobierno en el Programa Nacional de Reformas 2013, que ha enviado a Bruselas.”

http://www.eleconomista.es/interstitial/volver/acierto-abril/economia/noticias/4790800/04/13/Ampl-Los-patrimonios-aflorados-tras-la-amnistia-fiscal-permitiran-recaudar-250-millones-este-ano.html

De este modo, podemos corroborar que los medios de comunicación, tanto generales como especializados, han optado por ofrecer la información de una forma directa, que consiga la comprensión de sus lectores y mantenerse fiel a su línea editorial. Por lo tanto,  podemos considerar que la opinión pública ha optado por una interpretación suficientemente unívoca sobre esta medida, de modo que los esfuerzos por parte de la Administración en justificarla a través de circunloquios no han terminado de surtir efecto.

En definitiva, observamos que una misma medida ha ocasionado tres denominaciones, que responden a los intereses y la visión de aquellos que la utilizan, tal y como presentamos en el siguiente esquema:

 

 

 

 

 

En conclusión, en este caso queda manifiesto que la Administración ha tratado de buscar la aceptación general de sus medidas a través de la atenuación de sus objetivos; sin embargo,  la opinión pública y los medios de comunicación han consolidado su opinión acerca de esta medida sin que las aclaraciones ofrecidas por el Gobierno triunfaran en su cometido. Por lo tanto, observamos que podemos ser capaces de desenmarañar una trama lingüística concebida como una estrategia con el afán de atenuar y disfrazar un argumento contraproducente para la imagen y los intereses de determinados sujetos.

Antonio García del Río