1.    Introducción

A nadie se le escapa que desde las pasadas elecciones, en vista del histórico resultado electoral, el discurso político de nuestros representantes ha variado ligeramente con respecto a hace cuatro años.  No dejamos de escuchar a todos los líderes pedir diálogo a los que hacía pocos meses consideraban rivales intratables. Ahora la pregunta es ¿Su uso es el mismo que, por ejemplo, en las pasadas elecciones de 2011?

Ese es el propósito de esta entrada: averiguar si se ha modificado su uso en el discurso político y su función en su argumentación. Para ello, se ha empleado la teoría de Ascombre y Ducrot sobre la argumentación y se partirá de estos dos ejemplos tanto en vídeo como en texto: por un lado, el discurso de investidura de Mariano Rajoy de 2011 (texto) y, por otro, el de Pedro Sánchez en 2016 (texto). Además, se ha empleado el programa Antconc para buscar las distintas concordancias que pueda haber en sus intervenciones.

Antes que nada, nos interesa saber qué se entiende, en general, cuando se pronuncia la palabra diálogo. Si seguimos la definición de la RAE nos encontramos con 2 acepciones que pueden resultar interesantes para aquello que se pretende estudiar en la entrada: (s.v.1) “Plática entre dos o más personas, que alternativamente manifiestan sus ideas o afectos”; (s.v.2) “Obra literaria, en prosa o en verso, en que finge una plática o controversia entre dos o más personajes”. A continuación, se procederá a realizar un análisis de ambos discursos en orden cronológico en relación a la palabra que nos interesa.

  1. 2.     El diálogo de Mariano Rajoy

La intervención de Mariano Rajoy tuvo lugar el 20 de diciembre de 2011. Los resultados electorales le habían dado la mayoría suficiente para gobernar al candidato popular (44,62% con un total de 186 escaños) y su discurso de investidura cuenta hasta en 9 ocasiones con la palabra diálogo: 5 en los primeros 10 minutos de su intervención y el resto a partir del minuto 44; mientras que en el centro de su discurso (en el que explica las medidas que se procederán a tomar) parece dejarla fuera. En ambos casos, lo que se puede observar, a priori, es un ofrecimiento del mismo a las distintas fuerzas políticas y a los ciudadanos con carácter de llegar a objetivos comunes, tanto en la primera parte de su discurso como en la recta final del mismo:

a)      “Esto es lo que propongo: gobernar desde el diálogo y la transparencia al servicio de unos objetivos comunes” (9’52”)

Por tanto, a pesar de esa mayoría que les permitía llevar a cabo su programa de gobierno sin necesidad de la aprobación del resto de la cámara, Mariano Rajoy abría paso a un diálogo no solo con las distintas fuerzas políticas de la cámara, sino también con aquellos que le habían votado y los que no (1h 14’40”). Así que la argumentación que se propone, en principio, es la siguiente: si la mayoría da más poder, dar oportunidad de diálogo abre la posibilidad de repartir ese poder y llegar a acuerdos que no sean unilaterales.

<+ Mayoría,  +poder>

 pero 

< +diálogo, +acuerdo  >

            De este modo, lo que se encuentra es una atenuación de la carga que conlleva haber obtenido en las elecciones más de la mitad de escaños en el congreso. Sin embargo, también se aprecian ejemplos como:

b)    “Los resultados electorales constituyen, sin duda, la mejor garantía de que las decisiones se van a tomar y podrán aplicarse al ritmo que sea necesario. Podremos gobernar con eficacia.” (7’50”).

Es decir:

<  +Mayoría, + garantía de decisiones >

Si se tiene en cuenta que fue su partido el que ganó las elecciones con una amplia mayoría, el seguro de que se tomen las decisiones son sus escaños y, de este modo, tienen la capacidad de garantizar aquello que consideren que debe hacerse y de vetar aquello que no; lo que lleva a la conclusión de que el poder, en realidad, lo detentan ellos. Sin embargo, esta nueva línea entra en conflicto con la argumentación anterior vinculada a la palabra diálogo que parecía estar destinada a facilitar el acuerdo con el resto de la cámara.

  1. 3.     El diálogo de Pedro Sánchez

¿Sigue siendo usada la palabra “diálogo” del mismo modo? El actual candidato a la presidencia, Pedro Sánchez menciona la palabra en su discurso del 1 de marzo de 2016 un total de treinta y una veces durante toda su intervención y en un contexto claramente diferente al que tuvo Mariano Rajoy: con la irrupción de dos nuevas fuerzas políticas (Ciudadanos y Podemos), no había ningún partido que detentase la mayoría de escaños y que pudiese conformar gobierno (los 4 rondaban entre el 28,72% y el 13,93%).

En esta situación parece ser claro que no hay nada decidido y que todos los grupos parlamentarios deben hablar entre ellos para tratar de obtener los suficientes apoyos con tal de gobernar. Siendo así, la palabra diálogo crece en su importancia y se convierte casi en algo distintivo de nuestro panorama actual político, como se observa en las propias palabras de Sánchez:

c)     “Es tiempo de cambio, de diálogo y, ojalá, también de acuerdo” (26’60”)

Así pues, parece que se ha pasado del mero ofrecimiento a la oposición sin poder que planteaba Mariano Rajoy a algo casi imperioso para lograr un gobierno estable. El aspirante a presidente recalca que:

d)    “¿Queremos un cambio de Gobierno basado en el acuerdo, sí o no? Si es que sí, el diálogo y la colaboración dejan de ser una recomendación para ser una imprescindible obligación.” (38’45”)

En esta situación, no parece extraño que el número de veces en las que aparece la palabra haya crecido, como se decía, y que, asimismo, vaya acompañada hasta en 15 ocasiones por el término acuerdo y otras 7 por cambio; además de contraponerse 3 veces a imposición. De este modo, empleando la propia metáfora de Sánchez (minuto 32:00), se observa la siguiente argumentación: Se necesita un vehículo que es el acuerdo que, por medio del combustible del diálogo, les haría llegar a la meta que es el cambio:

<+ Diálogo, +  acuerdo >

<+ acuerdo, +cambio> 

            No obstante, parece que ese diálogo se restringe y no está abierto a todos. En diversas ocasiones se excluye al Partido Popular de dicha posibilidad al acusarles, incluso, de haber prescindido de él durante su mandato. Únicamente se les da la oportunidad en los pactos de estado, ya que uno de sus motivos para privarles de este, precisamente, es que el PP habría dejado de lado el diálogo durante su mandato:

e)     “Durante 4 años en esta cámara se ha prescindido del diálogo y del acuerdo con las diferentes fuerzas políticas” (30’20”)

Este hecho les sitúa, por tanto, en el centro del tablero para cualquier pacto político, es decir, para dialogar con todo el mundo porque son necesarios para cualquier acuerdo que se pretenda llevar a cabo.

f)     “Pero, por nuestra posición ideológica, somos la piedra angular de nuestro actual sistema político. Cualquier solución de Gobierno pasa inevitablemente por nuestra participación directa.” (45’00”)

Por eso, ante su rival directo que podría quitarle la presidencia en un posible pacto entre ambos (el PP y el PSOE), asumen el mandato que las urnas les han encomendado (31’50”) y que, junto con la responsabilidad encomendada por el jefe de estado (28’00”), están capacitados para excluir al partido del gobierno en funciones. Por lo tanto, al ser ellos el partido con mayor número de votos con capacidad de dialogar, son también, en cierta medida, el partido que más poder tiene frente a las negociaciones que puedan llevarse a cabo y los que, en principio, se quedarían con el gobierno de la nación durante los próximos 4 años. Así que ese diálogo parece ser también una medida para conseguir el poder:

< +Diálogo, + cambio >

<+cambio, -Partido Popular> –> 

<+cambio, + gobierno del PSOE >

            En conclusión, ya decía Escandell Vidal (2014: 97) que “los mismos argumentos que aparecerían en x pueden presentarse de manera natural para apoyar una conclusión diferente”. Y, si atendemos a los casos analizados, se puede observar que la palabra que nos ocupa se ha empleado en ambos casos como argumento para apoyar, sin embargo, fines distintos: Mariano Rajoy parecía utilizarla para mitigar la carga que comportaba tener la mayoría, mientras que Pedro Sánchez la ha empleado para tratar de conseguirla. En definitiva, esto demuestra que, a pesar de que haya un significado de base que se mantiene y es necesario para comprender lo que se dice, las circunstancias de cada situación hacen que el mismo pueda cargarse de otras connotaciones.

fotoSara Badía