El dominó de la crisis: ¿qué nos jugamos?

Especialistas, asociaciones de trabajadores y algunos sindicatos se hacen eco en titulares periodísticos o noticias de que cada vez más trabajadores sufren la presión continua de compañeros y jefes que solamente buscan resultados efectivos y no reparan en la buena relación profesional entre los miembros de un mismo proyecto o trabajo. ¿Tiene la crisis algo que ver en esto?

Empieza el juego. Se coloca la primera ficha, la más alta y doble. A continuación, todas las demás. Dos secciones de dos fichas diferentes han de coincidir; es más, una ha de llevar a la otra.

Coloco la primera ficha: crisis social – crisis social, doble y la más alta;

mi compañero coloca la segunda: crisis social – crisis política;

Crisis social y crisis política [EL PAÍS, 30/10/2012]

le toca el turno a ella: crisis política – crisis económica

Estamos en medio de una crisis económica de una envergadura extraordinaria, pero estamos al mismo tiempo a las puertas de una crisis política todavía peor [EL PAÍS 17/02/2012]

me vuelve a tocar: crisis económica – crisis empresarial;

Igual a lo que sucede con una enfermedad, una crisis empresarial manejada a tiempo es un buen remedio para salir de ella. En caso contrario, puede convertirse en una bola de nieve cubriendo todas las áreas de la empresa, comprometiendo su permanencia en el tiempo. [Cámara de comercio de Cali]

mi compañero coloca: crisis empresarial – problemas de conducta laboral;

ella: problemas de conducta laboral – acoso laboral

 [1] Aumenta el “mobbing” por la crisis. [Diario digital Nueva Tribuna, 05/07/2009]

[2] La crisis dispara el acoso laboral. [EL PAÍS, 26/07/2010]  

Por lo tanto, partiendo de estos titulares, ¿es la crisis la responsable del aumento del “mobbing”? ¿O es la responsable del aumento del “acoso laboral”? Podríamos pensar que se trata de una mera traducción, de distintas etiquetas para un mismo fenómeno. Si es así, ¿Por qué utilizamos varias expresiones? ¿Cuándo se convierte el “acoso laboral” en “mobbing”?

Un corpus del sindicato laboral UGT (134 artículos registrados entre 2001 – 2012: folletos preventivos sobre el “acoso laboral”, y noticias que critican la elevada cifra del “mobbing”), ha servido para analizar la frecuencia de aparición de cada expresión, comprobando cuál ha sido más utilizada y en qué años, asi como su relación con la tasa de paro española.

 

 

AÑO

NÚMERO DE APARICIÓN

ACOSO LABORAL

MOBBING

2001

0

1

2002

0

1

2003

2

4

2004

1

7

2005

1

3

2006

0

7

2007

1

8

2008

3

10

2009

2

2

2010

5

2

2011

10

4

2012

34

26

 

De 2001 a 2011, “mobbing” se ha empleado con más frecuencia que “acoso laboral” puesto que esta última compite con otras expresiones como hostigamiento laboral, maltrato psicológico, violencia laboral, intimidación en el trabajo, abuso emocional en el ámbito laboral… pero cuando la tasa de paro asciende, desde 2008 hasta 2012, y se destruyen alrededor de 850.000 puestos de trabajo en este último año, el sindicato estudiado parece haber querido hacer más transparente el término y opta por el uso de “acoso laboral”. Por lo tanto, se puede decir que la crisis económica ha incentivado el número de casos de acoso laboral en España.

 

 

Es más, [3]La asociación Gallega contra el Acoso Moral en el trabajo ha constatado un incremento del 30% en el número de afectados por acoso laboral desde el inicio de la crisis en 2008”. [EL PAÍS, 26/07/2010]

Me toca: acoso laboral – mobbing.

“[…] Los últimos cinco años, con sus crisis, recortes y demás infortunios han sido un perfecto caldo de cultivo para el mobbing.” [Trabajo y crisis, 18/08/2012]

¿Qué diría la lingüística al respecto? El oscurecimiento de la expresión dificulta su comprensión. Mientras que la palabra “acoso” forma parte de nuestro vocabulario, la palabra “mobbing” nos es más lejana, menos amenazante. Por lo tanto podemos pensar, como señala la periodista y lingüista M. Elena Gómez (2005), que se tiende a disimular aquello que perjudica.

Se trata, pues, de un problema de comunicación puesto que las palabras extranjeras disminuyen la claridad informativa, función principal de la divulgación periodística. El lector no es consciente de lo que está leyendo, ya que el neologismo “mobbing” supone un nuevo significante para una misma situación y está al servicio del estilo, de la creatividad, de la innovación, de la originalidad, de la fuerza expresiva o de la economía lingüística, pero no de la información.

Cuando utilizamos una expresión poco común o marcada, socialmente no tiene las interpretaciones estereotípicas. Así, la preferencia por la expresión “mobbing” frente a “acoso laboral” tiene su respuesta en las fuertes connotaciones negativas que presenta la palabra “acoso” en la expresión “acoso laboral” vinculándola, inconscientemente, a “acoso sexual” o “acoso escolar”: miedo, terror, violencia, desprecio, desánimo, enfermedad, hostigamiento. ¿Por qué la traducción no produce la misma sensación en el receptor? Parece que estos miedos sean menores cuando hablamos de “mobbing” que cuando hablamos de “acoso”.

Siendo así, el término inglés esconde las connotaciones negativas de “acoso laboral” y al hablar en otro idioma no asumimos la realidad que nos describe el nuestro. Los problemas no lo parecen tanto si nos referimos a ellos en otra lengua que además, en este caso, es valorada como lengua de prestigio. Es triste saber que la comunicación no llega de forma clara cuando se trata de la referencia directa a una situación crítica de la sociedad laboral española actual, un problema que cada vez afecta a más personas por culpa de la importante crisis económica que azota a todo el país.

Mi compañero coloca: mobbing – desequilibrio en el entorno personal. La atención psicológica por acoso laboral aumenta desde el inicio de la crisis. [EL MUNDO, 14/02/2012]

Depresiones, estrés, baja autoestima, desahucios, síndrome del burn-out, irritabilidad, suicidios… ¿No es esto crisis social, la ficha más alta y doble con la que empieza el juego y de la que todo el mundo se quiere desprender? ¿Qué nos jugábamos? ¿Quién ha ganado? ¿Quién ha perdido? Se pierde la dignidad, perdemos todos. No me gusta jugar al dominó de la crisis.

Laura Pérez

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