V de viñeta

03/06/2013

V de Viñeta

Hace ya tiempo que la corrupción vive entre nosotros, tanto es así que ha dejado de sorprendernos el descubrimiento de una trama aquí, de una trama allá; la cotidianidad de su presencia hace que la veamos, casi, como la característica por defecto del entramado político vigente.

El gobierno, por su parte, no puede dar la espalda a un hecho que es evidente a los ojos de todos, y durante el último Debate sobre el Estado de la Nación, el director del Ejecutivo español propuso un “pacto sobre la corrupción” que debía implicar a todos los partidos legales de España. Así, se habla de investigar, de condenar, de llegar al fondo; pero solo eso, se habla. En este uso que se ha ido haciendo de la palabra, notificamos cómo se trabajan términos como corrupción y su nuevo antónimo contextual: transparencia. Se trata, pues, de la creación de un sentido específico para cada una de las voces, que hace que se opongan en entornos discursivos políticos. Pero, ¿cómo se ha producido este proceso por el que dos palabras que no lo eran son ahora antitéticas? ¿Qué rasgos de cada una de ellas se utilizan a la hora de relacionarlas antagónicamente?

En el DRAE observamos que a la definición de corrupción

«En las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores»

le acompaña la etiqueta Derecho, dando cuenta de la restricción que se efectúa, a través de la metáfora, con respecto al campo de actuación del genérico corrupción.

¿Pero cómo de real es esa restricción? La automatización con la que empleamos el término nos hace olvidar esos sentidos originarios que revisten tan socorrido vocablo. Estas acepciones, de alcance puramente físico, nos remiten a la podredumbre, a la descomposición, a lo caducado, a lo infestado, incluso a lo maloliente.

Parece que, en la utilización político-económica, este sentir de abierta afección física se ha rebajado un tanto, una vez que la metáfora ha sido puesta en circulación e insistentemente reiterada. Sin embargo, de un tiempo para acá, las tiras cómicas de algunos periódicos y revistas –ese tradicional espacio de resistencia que trabaja a golpe de humor– se han propuesto recuperar esos valores primigenios aplicados al terreno del fraude político.

Es en esta línea en la que hallamos viñetas como la siguiente:

http://ruarodriguez.wordpress.com/category/vinetas/

En ella se nos da una descripción gráfica de corrupción, en la que se hace patente la idea de mugre y suciedad; proponiendo, además, una hipérbole solo aplicable al caso español, para el que se expone la noción de acumulación.

Esta reaparece en la siguiente viñeta, que da cuenta de la expansiva potencia de la corrupción.

http://elpais.com/elpais/2013/02/08/vinetas/1360336647_574861.html

Por su parte, este concepto de inmundicia llega al límite de la excreción en la siguiente viñeta, en la que se apela, incluso, al olor fétido y miasmático que desprende la corrupción:

http://elpais.com/diario/2010/04/16/vinetas/1271368801_850215.html

Poco a poco, en nuestro recorrido gráfico, hay una idea que viene a imponerse, y es la que entiende la corrupción, en su totalidad, como una enfermedad social. Esto no es nuevo ni siquiera en nuestro blog, en el que hace poco menos de un año se publicó una entrada que desarrollaba la identificación de la crisis con una enfermedad (REFERENCIA CRUZADA). En este sentido, la siguiente viñeta nos habla de un contagio –evitable– de la acción corruptiva:

http://www.euribor.com.es/2013/02/16/la-vineta-de-la-semana-184/

En contraposición a esta otra, en la que el contagio es ya irreversible:

http://blogs.publico.es/manel/2216/menudo-ejemplar/

Esta alteración, como introducíamos al principio, ha tenido que ser asimismo reconocida por la jefatura del estado, hecho que queda también vehiculado por las tiras cómicas, en las que se pone en boca del gobierno una voluntad higienista. Así, a la suciedad se enfrenta la limpieza; frente a la oscuridad, encontramos claridad y transparencia; y ante ese ‘apestar a podrido’ encontramos el implacable aerosol ‘con olor a pino’:

http://sesiondecontrol.com/actualidad/humor/olor-a-pino/

En el siguiente caso se explicita incluso la retórica gubernamental, que se defiende alegando “Somos el partido más limpio de España” y defendiendo que “La higiene en la vida pública es una exigencia moral”. La viñeta, de lo más caricaturesca, realza un cromatismo azul y blanco, supuesto nexo de unión entre la higiene y el logotipo del partido liderado por Rajoy:

http://unidosxlahispanidad.blogspot.com.es/2012/11/vinetas-sobre-corrupcion-politica-i.html

La información implícita revelada por estas dos viñetas es que el Gobierno recibe las críticas de corrupción que sobre él pesan, y les responde defendiéndose ‘desde la bañera’. Como sostuviera Tácito, “cuánto más corrupto es el estado, más leyes tiene” y en nuestro caso el Gobierno tiene entre manos la famosa ‘Ley de Transparencia” – Texto aprobado en el Consejo de Ministros de 27 de julio de 2012-, cuyo alcance se intenta ampliar ahora a la Casa Real.

De este proyecto de ley se hacen eco viñetas como las siguientes, acompañadas siempre de un tono escéptico y descreído:

 

http://elpais.com/elpais/2013/01/30/vinetas/1359562148_791161.html

 

En la viñeta superior se observa la paradoja entre el contenido de las palabras de la figuración de Rajoy, que apela a la “prístina transparencia en la gestión política” y el modo intencionado con el que el dibujante plantea la duda desde la forma plástica: tapando, oscureciendo, parcheando algunas de las partes del mensaje y de la ilustración.

La siguiente va más allá, pues en ella se muestra una hipotética sugerencia al Presidente por parte de políticos corruptos, quienes proponen, como solución a los problemas, la despenalización de la corrupción:

 http://www.feccoo-extremadura.org/ensenanzaextremadura/menu.do?Informacion_General:Galeria_de_Imagenes:3721

            Sin apenas darnos cuenta, hemos observado cómo el proceso del que hablábamos al principio fluye de forma natural a través de las viñetas adjuntas: a la corrupción política se le devuelven sus tintes primarios, y la putrefacción del organismo –entiéndase político– nos devuelve una idea clara de descomposición que, según el gobierno, exige transparencia para reconquistar la salubridad pública. En este sentido, las viñetas pueden ayudarnos a desgranar algunos de los rasgos pertinentes de cada una de las voces; a saber:

Legalidad

Moralidad

Confianza

Lealtad

Eficacia

Progreso

Corrupción

Transparencia

+

+

+

+

+

+

 

Estos testimonios pueden hacernos creer que la ley se está ejecutando severamente, pero no olvidemos que la palabra es poderosa, tanto, que puede inducirnos a pensar que su génesis implica acción. Sin embargo, las poco inocentes viñetas que bombardean los medios de comunicación escrita diariamente parecen preguntarnos… ¿no será la argumentación la que encubre el hecho de que la acción no se realice? Tomando las palabras de Frank Herbert, “la corrupción lleva infinitos disfraces” y, bajo nuestro punto de vista, el más grueso es el de la retórica.

Natalia Castillo