3) Nietaflauta. Este tercer apartado será el más inestable, ya que es el menos consolidado. Vivimos en una realidad cuyos cambios se reflejan día a día en el lenguaje y una vez tenemos establecidos a los yayoflautas como el ala madura del 15-M se cuela una nietaflauta en las líneas de algún artículo periodístico. La nietaflauta en cuestión, lejos de lo que pudiera parecer – podríamos estar ante una perroflauta más- es una niña pequeña que iba con sus abuelos a las protestas y a la que pusieron un cartelito que rezaba “Yo soy nietaflauta” tal y como podemos ver en el siguiente enlace: http://lasdel8.blogia.com/2012/040101-nieta-flauta.php . Más allá del impacto de esta “tierna” imagen que a muchos conquistó, llevando incluso a la creación de algunos grupos en Facebook, Yo también soy fan de la “Nieta Flauta” (https://www.facebook.com/pages/Yo-tambi%C3%A9n-soy-fan-de-la-Nieta-Flauta-/146398608814305 ), estamos ante algo más profundo ya que no solo se categoriza a aquellos que tienen un compromiso social y político sino que también se diferenciará a todos aquellos relacionados con ellos, estén o no comprometidos. Una niña no puede tener compromiso ni conciencia social como para llevar el denominador de nietaflauta, pero su presencia en una manifestación hará que, a partir de entonces, podamos diferenciar entre nietas normales y nietaflautas, lo que carga, de forma ambigua, al sufijo como cualquier elemento que se usa para sectorizar a la sociedad.

4) X-flauta, los otros derivados. Aunque parezca que la nómina de palabras que se ha creado análogamente a perroflauta termine ahí, tenemos claros indicios de que no. Esta vez no aparecen en prensa escrita pero sí están en las redes sociales que, hoy en día, son el mejor caldo de cultivo para nuevas palabras. Encontramos, entonces, derivados ya no solo de grupos sociales sino en cuanto a profesión o situación familiar: profeflautas, padreflautas (que aparece en fecha muy cercana al término yayoflauta,  en un tweet del 22 de octubre de 2011: “@Nacho_Ariza Padreflautas y profeflautas al unísono: la pública para adelante, la privada para atrás #mareaverde” ) o mediflautas (7 de diciembre de 2011, hablando sobre compañías médicas: “lo mismo ni está entre las opciones a elegir y que acogernos a mediflautas o vete tu a saber…”) son  algunos de los ejemplos que hemos podido encontrar en la red en general. En todos los casos recogen dos requisitos que explicaremos mejor más adelante: se trata de un colectivo comprometido con una causa, en el caso de los dos primeros, con la educación y, en segundo lugar, tiene un uso en cierto modo despectivo, como el contexto en que encontramos mediflauta.

Finalmente, en el periódico El País encontramos, el día 17 de mayo de 2012, la siguiente viñeta, donde se hace un guiño a todos aquellos “perroflautas” que, en su día, fueron desalojados:

En la revista El jueves, tan solo un día después, el 18 de mayo de 2012, encontramos un cartel que nos habla de banquero-flauta aunque, en este caso, volviendo a su origen primigenio y casi equivalente a perroflauta:

Curiosamente, tanto nietaflauta como banqueroflauta se escriben todavía como dos términos separados. Como veíamos con respecto a perroflauta, Fundéu recomendaba escribirlo en letra redonda, sin ninguna tipografía especial y en una sola palabra, lo que podría indicarnos que no se encuentran todavía fijados del mismo modo que perroflauta o yayoflauta, debido a que sus apariciones han sido esporádicas, al igual que ocurría con padreflauta, profeflauta y mediflauta, que pueden haberse escrito de este modo porque quien los “nombró” conocía bien cómo debe escribirse perroflauta y lo hizo según la norma mientras que, posiblemente, aquellos que usaran banquero-flauta o banquero flauta no lo tenían tan claro. Por otro lado, en el caso de banqueroflauta también influye el hecho de ser una palabra con 3 sílabas, que pasa a 5 con una acentuación llana que hace que la pronunciación sea “extraña”.

En conclusión, estamos asistiendo a la creación de un sufijo, -flauta, que tendrá un significado muy ambiguo dependiendo de quien lo emplee. Por un lado, para aquellos que lo hagan de forma despectiva, se tratará, por tanto, de un sufijo similar a –esco, y, de otro, aquellos que lo empleen de forma positiva, como indicador de un grupo de personas comprometidas, social y políticamente, y, generalmente, reivindicativas. ¿Estamos ante una moda lingüística o ante la consolidación de un sufijo que triunfará, se impondrá y dentro de 50 años será tan habitual como el arriba mencionado –esco? No podemos saberlo con seguridad, ya que la lengua irá cambiando junto a esta situación social, y según el rumbo que siga esta tendrá más o menos oportunidades de fijarse, pero hoy en día así parece ser.

Por tanto, gracias a todo lo originado socialmente por la crisis,  hemos asistido a un desplazamiento de tal calibre que lo que antes era un término despectivo se ha cargado de una connotación política que ha hecho que se acuñen nuevos términos a su imagen y semejanza (apartados 1 y 2). Tras este cambio, que tiene que haber sucedido antes para que la transformación se pueda llevar a cabo, un grupo, que nada tiene que ver con esos jóvenes desaliñados con sus perros famélicos, al sentirse identificado con las demandas de los indignados, calificados con intención peyorativa de perroflautas, tomará este concepto y decidirá aplicárselo a sí mismo, operando un cambio en la raíz de la palabra  para que esta se convierta en automático identificador de su propia realidad: perroflauta > yayoflauta, ya que son todos, cariñosamente, “yayos” comprometidos con nuestra convulsa sociedad. A partir de aquí se han seguido acuñando nuevos términos (apartados 3 y 4), en los que vemos ya que una palabra perteneciente al léxico cotidiano como es flauta se ha vaciado de su significado original, “Instrumento musical de viento, de madera u otro material, en forma de tubo con varios agujeros circulares que se tapan con los dedos o con llaves” (DRAE), para convertirse en un sufijoide, el cual ahora denotará (de forma ambigua como ya veíamos) compromiso político y social. El único matiz que cabe añadir es que su consolidación como sufijo todavía no se ha producido totalmente ya que encontramos ejemplos en los que todavía se encuentra como locución (nieta flauta) y otros en los que sí es sufijo (padreflauta).

Gemma Burgos Segarra