El diecisiete de octubre de 2013, el prestigioso economista José Vinyals, subdirector del FMI, pronunció una conferencia en Valencia en la que analizaba la situación económica actual. Con el título «La economía global en transición», expuso durante más de una hora los síntomas de la etapa de transición con la que, según él, el mundo está saliendo de la Gran Recesión. Las únicas palabras referidas a su país hablaban de ciertos desequilibrios regionales que se observan en algunas partes del mundo como, por ejemplo, en el sur de Europa.  Tan solo un día antes, Emilio Botín, presidente del Banco de Santander, afirmó  que a España «está llegando dinero de todas partes». Y esta misma semana el presidente del gobierno, Mariano Rajoy, ha recibido en Washington los parabienes de Barack Obama y de Christine Lagarde, con quienes habló de «el desafío de asegurar que la recuperación en curso dé lugar a un crecimiento vigoroso y a la creación de empleo, apoyándose en el progreso logrado hasta la fecha» (http://www.lavanguardia.com/politica/20140113/54399096924/lagarde-felicita-a-rajoy-por-su-reforma-laboral-y-de-las-pensiones.html).

Sea cual sea la percepción de los ciudadanos, parece que una parte de la sociedad ha dado esta crisis por zanjada. Tomando el método de estilización que propone la Retórica, denominaremos a esta parte de la sociedad el Proponente. Todos los demás, serán, por exclusión, el Oponente. Así, lo que para el Oponente es crisis, paro y angustia, para el Proponente es transición hacia la recuperación, opulencia y optimismo. Si, siguiendo el modelo antagónico retórico, aquí ha habido un enfrentamiento, parece muy claro que el Proponente no solo ha ganado la batalla, sino que, además, anuncia su final a las filas enemigas, que aún siguen, armadas de hachas y  piedras, en sus puestos de combate.

Pero, ¿cómo convencer a la mayor parte de la población, que experimenta en sus carnes la crisis de forma cotidiana, de que las subidas de precios, la bajada de salarios, el aumento del paro, la pérdida de expectativas o la destrucción de sectores productivos no son más que disfunciones en el camino de la recuperación? Tal y como Orwell predijera, cambiando la percepción de la realidad por medio del lenguaje; enviando andanadas constantes de mensajes retóricamente cargados para cubrir, siguiendo la metáfora de Hjemslev, el foco de luz de los hechos con la red del lenguaje. En los últimos meses, las campañas de publicidad de compañías de seguros, universidades privadas, bancos y empresas de seguridad, entre otros, se han multiplicado. Estaciones de metro, autobuses urbanos, fachadas de edificios y pantallas de todo tipo se han visto ocupadas con sus mensajes. Tal vez sea una casualidad, pero resulta más interesante verlo como una (cadena de) causalidad: las campañas publicitarias arrecian porque se han creado las condiciones necesarias para que haya más clientes de todos estos servicios.

Sigamos pues el consejo del Proponente y situémonos del otro lado de la valla. El objetivo de este tercer año del blog será el análisis del lenguaje del vencedor: veamos, analicemos, desgranemos cada una de las ofertas del Proponente; entremos en su mundo y examinemos críticamente qué nos proponen y –sobre todo– cómo justifican aquello que proponen. Campañas de seguros, productos bancarios, el negocio de la educación y el negocio de la sanidad nos van a ocupar de forma preferente. Solo el tiempo dirá si la sociedad que dichas entidades prefiguran a través del lenguaje llega finalmente a hacerse realidad.

 

Salvador Pons Bordería