Actualmente se puede encontrar en cualquier página web de Banco o Caja de Ahorros un apartado destinado a estudiantes donde se anuncian, entre otras cosas, préstamos universitarios. En relación a la entrada anterior del blog sobre los préstamos bancarios para estudios de máster y el nuevo encadenamiento que ha resultado de la concepción de estos como buenas noticias  (http://ponss.blogs.uv.es/2014/07/06/poder-estudiar-una-buena-noticia/), nos planteamos adentrarnos en el discurso que los bancos y cajas de ahorro españoles han implantado sobre el campo de la educación, en particular de todo aquel significado lingüístico que implique la necesidad de recurrir a una entidad bancaria para realizar unos estudios.  En estas dos entradas del blog analizaremos cuatro anuncios de Banco Santander, La Caixa y Caja rural.

 

En primer lugar, tenemos la aparición de la siguiente campaña publicitaria de Banco Santander:

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La campaña publicitaria muestra un enunciado en el cual la fórmula más que un banco a tu lado se constituye como  condición indispensable –necesitas- para realizar unos estudios. Ahora bien ¿qué es más que un banco? Si atendemos al hecho de que conocemos el significado de la palabra banco pero desconocemos completamente qué puede ser más que un banco, el lenguaje empleado en esta publicidad presenta el siguiente eje:

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Esta construcción que se presenta en un principio como ambigua, en el contexto del enunciado se resuelve, es decir, el patrón de la página web muestra inmediatamente después de tal afirmación,  Descuentos-Formación-Becas. Si lo que se publicita en el anuncio son Becas o Descuentos – y también préstamos, pues esta es la información que se presenta si lees un poco más abajo: Banco Santander pone a tu disposición una amplia gama de préstamos -, encontramos que aquello que encierra más que un banco, está constituido precisamente por esta serie de Descuentos y Becas. Este hecho lingüístico no es aislado, lo encontramos también en sus correlatos del lenguaje corriente del tipo ser más que un amigo, donde habitualmente se produce un rodeo para evitar usar otro tipo de expresiones que indican una relación superior del estilo  novio o amante como en el siguiente ejemplo del CREA: No lo sintió con Sergio cuando decidió convertirlo en algo más que un amigo, en una especie de segunda piel. A partir de lo que implica este tipo de expresiones en el significado lingüístico, nos aventuramos a buscar más que un banco en CREA. Encontramos cuatro ejemplos de esta fórmula, tres de los cuatro son pertenecientes a discursos periodísticos y publicitarios. Por ejemplo: siempre va a estar ahí para darle una mano, más que un banco es un amigo. De esta forma, podemos afirmar que la expresión más que un banco se utiliza como rodeo de una información lingüística que se proporciona inmediatamente después: un amigo  en el caso de CREA, Descuentos Formación Becas en el de Banco Santander.

Quizás sea un poco aventurado afirmar tal aseveración, sobre todo tratándose de un discurso, como es el educativo, donde no es frecuente el enunciado descuento (ningún resultado en CREA). El enunciado beca en cambio, no es inusual en este tipo de discursos (beca de estudios tiene 10 entradas en CREA). Por lo tanto, cabría preguntarse ¿desde cuándo hablamos de descuentos en la educación? Buscamos en bases de datos de periódicos de gran tirada, El Mundo y El País, y no encontramos ninguna publicación que haga referencia a esta asociación en tiempos anteriores a la crisis, en cambio sí encontramos artículos que explícitamente hablan de descuentos en educación posteriores al surgimiento de la crisis, como es el caso de este artículo de El País en 2012, que habla de la subida de las tasas universitarias en Cataluña y la existencia de unas becas que proporcionan un descuento en la matrícula: Las Becas Equidad, que suponen un descuento del 50% de la matrícula;  o por ejemplo este otro de El Mundo en 2015, en el que se citan los descuentos que tienen las familias numerosas, incluyéndose la educación: trata de descuentos en automóviles, alimentación, educación. Efectivamente, hablamos de descuento en relación a los estudios desde hace bien poco. Este encadenamiento aparece como una forma de nueva creación propiciada por la coyuntura económica.

Por otro lado, también debemos destacar también valor final de para tus estudios. Este enunciado crea un espacio que está cubierto por la palabra estudios, un sustantivo que puede referir a múltiples realidades pero que el contexto lingüístico no especifica –podría referirse a llegar a la universidad, a tener éxitos y buenos resultados en lo que se estudia, a estudiar con comodidad etc.- y por tanto no podemos describirlo en estos términos. Ahora bien, este lugar se enuncia con valor de finalidad, como una meta u objetivo a la cual se ha de llegar, desde un lugar de origen que no se enuncia en este caso, y que se realiza a través de un medio. Este medio sí estaría descrito por más que un banco a tu lado¸ que como ya hemos enunciado entraña a descuentos y becas. Los estudios se plantean de este modo como una finalidad para la que hay un medio: más que un banco a tu lado.


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En la publicidad que acabamos de analizar se produce un encadenamiento encerrado en una fórmula final que implícita la necesidad de tener más que un banco a tu lado para realizar estudios que no eran especificados. En el siguiente ejemplo de  La Caixa: (https://portal.lacaixa.es/prestamoshipotecas/prestamoerasmus_es.html)  se especifica un término dentro del verbo estudias: un máster en otro país europeo pero no encontramos la fórmula final en el encadenamiento que se produce:

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En este caso, el anuncio describe las condiciones y requisitos de préstamo para realizar estudios de Máster en el extranjero: el Préstamo Máster Erasmus +. La frase publicitaria contiene como primer elemento si no estudias un máster en otro país europeo que posee una causa, el segundo elemento: es porque no quieres. El tipo de cláusula porque no quieres se trata de una expresión pragmáticamente marcada dentro del lenguaje ordinario para indicar una circunstancia en la que hay un único obstáculo para cumplir la voluntad de un individuo, y este obstáculo se plantea por parte del emisor  de forma que no supone un auténtico problema para el receptor

En la publicidad analizada se dice, pues,  que no hay ningún problema para realizar la acción del primer elemento, que si realmente se desea estudiar un máster en otro país europeo no hay ningún impedimento para ello. Se omite así cualquier tipo de información lingüística relativa a los amplios costes de vivienda, transporte o matrícula. Al igual que en el caso de Banco Santander,  si exploramos el link que hemos proporcionando más arriba, el contexto lingüístico de la página web  se habla en exclusiva del Préstamo Máster Erasmus +.De esta forma en el segundo elemento del enunciado se encierra un significado implícito porque no quieres contratar un préstamo bancario, pero expuesto mediante una fórmula lingüística que induce al receptor a asumir que contratar un préstamo bancario es equivalente a no tener ningún tipo de impedimento. El encadenamiento se realiza de forma que si hay préstamo, no hay ningún problema (~ problema) y si no hay problema, la acción no se realiza porque no quieres.Encontramos ejemplos de este tipo de fórmula en CREA como si no te curas es porque no quieres o No puedes porque no quieres.

 

Otro tipo de encadenamientos se producirán en los casos de la siguiente entrada, donde vamos a trabajaremos con dos publicidades provenientes de La Caixa y Caja Rural.

 

Juan Martínez Gil

En época de crisis, con una situación políticamente incierta y enseñando las enaguas de varios escándalos consecutivos, los bancos parecen entender que el siglo XXI o será del Cliente o no será. Se sacan las corbatas, se arremangan las impolutas camisas y salen a la puerta como los mercaderes de antaño, para atraer a los clientes con eslóganes impactantes. La imagen de una entidad puede generar mayores beneficios que las propias condiciones que ofrece a los inversores. Su mensaje debe ser sencillo, identificable y convincente.

Estudiaremos uno de los eslóganes más conocidos de los últimos meses, el de la financiación de Bankia: “En la vida ya pagas demasiadas comisiones”. Observaremos  el empleo metafórico de la palabra comisión en la expresión pagar comisiones; el efecto que logra en el receptor, cómo se produce y, finalmente, si se ha extendido a otras áreas ajenas a la financiera.

https://www.youtube.com/watch?v=FXMORcaS5ZE

En este anuncio, el espectador u oyente se ve bombardeado con una serie de mini-sketches que presentan situaciones poco agradables que reconoce. Son contextos cotidianos, momentos que exigen una especial paciencia por parte del protagonista: “Le rayó el coche”, “Viajó a la final del mundial”, “No la visitó en un mes”.

La rectificación se lleva a cabo pagando un peaje, una comisión. El “infractor” es “castigado” por la persona vejada, normalmente su pareja, amigo o algún tipo de familiar, que cobra  así su venganza. El esposo que hizo un viaje a Sudáfrica con motivo del mundial debe pasear al perro por las mañanas; el joven cuyo compañero de trabajo le cubrió una semana de vacaciones ha de cantar con él en el karaoke; el novio que olvidó el aniversario de su novia se redime acompañándola a la ópera.

Sin considerar el mensaje levemente sexista –los errores de los hombres están relacionados con el tiempo libre y los deportes, mientras que la falta de la mujer encaja en el tópico de mala conductora que raya el coche de su pareja-, nos centraremos en la presentación metafórica del término comisión. Las comisiones simbolizan aquí todas aquellas acciones que hemos realizado por sacrificio o como compensación de un fallo anterior: “Ver una ópera en griego es la comisión que te cobra tu novia por olvidar su aniversario”. Este tipo de empleo de la palabra en un campo semántico ajeno al financiero está destinado a implicar emocionalmente al receptor y hace que se identifique con el eslogan.

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Frente a un mundo familiar adverso, en que el sujeto se resigna a hacer aquello que no desea, el banco se define como un entorno paradisíaco donde puede elegir su financiación, sus métodos de administración, sus transferencias, obteniendo además beneficios y sin invertir ningún esfuerzo a cambio. “En Bankia no cobramos comisiones. Trae tus ingresos y te quitamos las comisiones en todas tus cuentas”. En comparación con las dificultades de su vida familiar/social, los problemas que el banco le pueda acarrear son mucho menores. Casi inexistentes.

Desde la teoría de la cortesía, una de las ideas que se han propuesto es la estrategia de imagen: actividades comunicativas que todos realizamos para integrarnos socialmente o para determinados fines comerciales. Las estrategias aseguran una mejor aceptación del mensaje por parte del receptor, o, por el contrario, determinan su rechazo. Un mal uso de la imagen podría hacer que los clientes de Bankia dejaran de invertir en él.

Entre las diversas estrategias posibles, la más directa sería la maximización del beneficio del receptor y la minimización de su coste. Se trata de hacer que el receptor descubra las ventajas de tu propósito. Si el esfuerzo es mínimo y se obtienen numerosos beneficios, el cliente se sentirá atraído. La expresión pagar comisiones coloca los campos semánticos de las finanzas y de la familia en oposición. De ello resulta que el financiero es más sencillo y comprensivo que el familiar/social,   porque aquí “no se cobran comisiones”.

La RAE acepta varios significados de la palabra comisión (“Acción de cometer”, “Orden o facultad que alguien da por escrito a otra persona para que ejecute algún encargo o entienda en algún negocio”). El anuncio de Bankia escoge sin duda el quinto: “Porcentaje que recibe un agente sobre el producto de una venta o un negocio”. Sin embargo, en enunciados como “En tu vida pagas demasiadas comisiones” o “Sacar al perro es la comisión que te cobra tu mujer […]”, queda claro que esta palabra tiene un uso diferente al anterior, un uso que no está recogido por la RAE.

Comisión sigue actuando de complemento directo en este tipo de expresiones. Siempre va acompañado de verbos como pagar o cobrar, aunque no con sus significados habituales. ¿Cómo le ha otorgado el anuncio, entonces, esta nueva posibilidad a la palabra?

Desde la perspectiva de la semántica cognitiva se ha señalado la metáfora como uno de los métodos más frecuentes de cambios de significado. Se trata de un proceso de proyección de un dominio semántico –el más concreto o accesible, en este caso el económico- sobre otro con mayor grado de abstracción, más difícil de analizar para nuestra mente –aquí, el de las relaciones personales-. Ambos comparten un determinado rasgo que hace posible su comparación y el “trasvase” semántico de la palabra hacia el segundo campo. Esto provoca que el uso de verbos comerciales con otros significados sea común, a veces de manera inconsciente para el hablante: “pagar el pato”, “cobrar” –como “recibir una paliza”-, “me las pagarás”, etc. Algunos de ellos se emplean con tanta frecuencia que el cambio se extiende y la RAE acaba incluyendo nuevas acepciones en su diccionario. En el siguiente esquema observaremos mejor este proceso:

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Ambos dominios de la palabra comisión comparten el rasgo de compensación o quid pro quo: en la esfera financiera, la suma que cobra una entidad a cambio de ofrecer determinados servicios, como por ejemplo sacar dinero de su cajero automático. En la esfera social, más abstracta, un individuo hace un favor a otro a cambio de que, en su momento, se lo devuelva.

Se deduce que los servicios ofrecidos por un banco suponen una especie de sacrificio por el cual se cobran comisiones, igual que, en el trabajo, alguien que cubre a su compañero durante una semana de vacaciones lo tendrá a su disposición en el futuro. Sin embargo, Bankia decide amablemente renunciar a su compensación. Presta servicios “a cambio de nada”, cuidando como nadie de su cliente. Mientras tanto, en el entorno familiar se siguen pagando comisiones:

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¿Qué efecto logra esta metáfora de la palabra comisión en el eslogan? El que busca cualquier publicista: volver más atractivo su producto. Si en el vídeo se dijera simplemente “En Bankia no se cobran comisiones”, el impacto sería menor, dejaría casi indiferente al espectador. En cambio, si apela a su esfera privada, consigue que se identifique con el mensaje y se incluya en él. El receptor comprende, además, que las comisiones son negativas en todos los ámbitos y que la entidad hace un gran sacrificio al suprimirlas.

Finalmente, todavía no podemos afirmar que se haya extendido el uso metafórico de la palabra comisión. Hemos acudido al corpus CREA y a los medios de comunicación y no se registra fuera del spot de Bankia. Aún así, no sería la primera vez que un anuncio publicitario cree cambios, modas lingüísticas e incluso palabras nuevas. Recordemos el anuncio de Estrella Damm en 2014 (“Mediterráneamente”), el eslogan de Ikea (“La república independiente de mi casa”), El Corte Inglés (“El verano empieza en el Corte Inglés”), etc. El campo publicitario se configura como un espacio en continuo movimiento para los usos pragmáticos de la palabra. Vivimos en una sociedad bombardeada, influenciada, dominada por hábiles anuncios que abren sin permiso la puerta de nuestra mente y además nos dicen con irónica cortesía: “Permíteme que insista…”

Mª del Mar Calvo Lambru