1.    Introducción

A nadie se le escapa que desde las pasadas elecciones, en vista del histórico resultado electoral, el discurso político de nuestros representantes ha variado ligeramente con respecto a hace cuatro años.  No dejamos de escuchar a todos los líderes pedir diálogo a los que hacía pocos meses consideraban rivales intratables. Ahora la pregunta es ¿Su uso es el mismo que, por ejemplo, en las pasadas elecciones de 2011?

Ese es el propósito de esta entrada: averiguar si se ha modificado su uso en el discurso político y su función en su argumentación. Para ello, se ha empleado la teoría de Ascombre y Ducrot sobre la argumentación y se partirá de estos dos ejemplos tanto en vídeo como en texto: por un lado, el discurso de investidura de Mariano Rajoy de 2011 (texto) y, por otro, el de Pedro Sánchez en 2016 (texto). Además, se ha empleado el programa Antconc para buscar las distintas concordancias que pueda haber en sus intervenciones.

Antes que nada, nos interesa saber qué se entiende, en general, cuando se pronuncia la palabra diálogo. Si seguimos la definición de la RAE nos encontramos con 2 acepciones que pueden resultar interesantes para aquello que se pretende estudiar en la entrada: (s.v.1) “Plática entre dos o más personas, que alternativamente manifiestan sus ideas o afectos”; (s.v.2) “Obra literaria, en prosa o en verso, en que finge una plática o controversia entre dos o más personajes”. A continuación, se procederá a realizar un análisis de ambos discursos en orden cronológico en relación a la palabra que nos interesa.

  1. 2.     El diálogo de Mariano Rajoy

La intervención de Mariano Rajoy tuvo lugar el 20 de diciembre de 2011. Los resultados electorales le habían dado la mayoría suficiente para gobernar al candidato popular (44,62% con un total de 186 escaños) y su discurso de investidura cuenta hasta en 9 ocasiones con la palabra diálogo: 5 en los primeros 10 minutos de su intervención y el resto a partir del minuto 44; mientras que en el centro de su discurso (en el que explica las medidas que se procederán a tomar) parece dejarla fuera. En ambos casos, lo que se puede observar, a priori, es un ofrecimiento del mismo a las distintas fuerzas políticas y a los ciudadanos con carácter de llegar a objetivos comunes, tanto en la primera parte de su discurso como en la recta final del mismo:

a)      “Esto es lo que propongo: gobernar desde el diálogo y la transparencia al servicio de unos objetivos comunes” (9’52”)

Por tanto, a pesar de esa mayoría que les permitía llevar a cabo su programa de gobierno sin necesidad de la aprobación del resto de la cámara, Mariano Rajoy abría paso a un diálogo no solo con las distintas fuerzas políticas de la cámara, sino también con aquellos que le habían votado y los que no (1h 14’40”). Así que la argumentación que se propone, en principio, es la siguiente: si la mayoría da más poder, dar oportunidad de diálogo abre la posibilidad de repartir ese poder y llegar a acuerdos que no sean unilaterales.

<+ Mayoría,  +poder>

 pero 

< +diálogo, +acuerdo  >

            De este modo, lo que se encuentra es una atenuación de la carga que conlleva haber obtenido en las elecciones más de la mitad de escaños en el congreso. Sin embargo, también se aprecian ejemplos como:

b)    “Los resultados electorales constituyen, sin duda, la mejor garantía de que las decisiones se van a tomar y podrán aplicarse al ritmo que sea necesario. Podremos gobernar con eficacia.” (7’50”).

Es decir:

<  +Mayoría, + garantía de decisiones >

Si se tiene en cuenta que fue su partido el que ganó las elecciones con una amplia mayoría, el seguro de que se tomen las decisiones son sus escaños y, de este modo, tienen la capacidad de garantizar aquello que consideren que debe hacerse y de vetar aquello que no; lo que lleva a la conclusión de que el poder, en realidad, lo detentan ellos. Sin embargo, esta nueva línea entra en conflicto con la argumentación anterior vinculada a la palabra diálogo que parecía estar destinada a facilitar el acuerdo con el resto de la cámara.

  1. 3.     El diálogo de Pedro Sánchez

¿Sigue siendo usada la palabra “diálogo” del mismo modo? El actual candidato a la presidencia, Pedro Sánchez menciona la palabra en su discurso del 1 de marzo de 2016 un total de treinta y una veces durante toda su intervención y en un contexto claramente diferente al que tuvo Mariano Rajoy: con la irrupción de dos nuevas fuerzas políticas (Ciudadanos y Podemos), no había ningún partido que detentase la mayoría de escaños y que pudiese conformar gobierno (los 4 rondaban entre el 28,72% y el 13,93%).

En esta situación parece ser claro que no hay nada decidido y que todos los grupos parlamentarios deben hablar entre ellos para tratar de obtener los suficientes apoyos con tal de gobernar. Siendo así, la palabra diálogo crece en su importancia y se convierte casi en algo distintivo de nuestro panorama actual político, como se observa en las propias palabras de Sánchez:

c)     “Es tiempo de cambio, de diálogo y, ojalá, también de acuerdo” (26’60”)

Así pues, parece que se ha pasado del mero ofrecimiento a la oposición sin poder que planteaba Mariano Rajoy a algo casi imperioso para lograr un gobierno estable. El aspirante a presidente recalca que:

d)    “¿Queremos un cambio de Gobierno basado en el acuerdo, sí o no? Si es que sí, el diálogo y la colaboración dejan de ser una recomendación para ser una imprescindible obligación.” (38’45”)

En esta situación, no parece extraño que el número de veces en las que aparece la palabra haya crecido, como se decía, y que, asimismo, vaya acompañada hasta en 15 ocasiones por el término acuerdo y otras 7 por cambio; además de contraponerse 3 veces a imposición. De este modo, empleando la propia metáfora de Sánchez (minuto 32:00), se observa la siguiente argumentación: Se necesita un vehículo que es el acuerdo que, por medio del combustible del diálogo, les haría llegar a la meta que es el cambio:

<+ Diálogo, +  acuerdo >

<+ acuerdo, +cambio> 

            No obstante, parece que ese diálogo se restringe y no está abierto a todos. En diversas ocasiones se excluye al Partido Popular de dicha posibilidad al acusarles, incluso, de haber prescindido de él durante su mandato. Únicamente se les da la oportunidad en los pactos de estado, ya que uno de sus motivos para privarles de este, precisamente, es que el PP habría dejado de lado el diálogo durante su mandato:

e)     “Durante 4 años en esta cámara se ha prescindido del diálogo y del acuerdo con las diferentes fuerzas políticas” (30’20”)

Este hecho les sitúa, por tanto, en el centro del tablero para cualquier pacto político, es decir, para dialogar con todo el mundo porque son necesarios para cualquier acuerdo que se pretenda llevar a cabo.

f)     “Pero, por nuestra posición ideológica, somos la piedra angular de nuestro actual sistema político. Cualquier solución de Gobierno pasa inevitablemente por nuestra participación directa.” (45’00”)

Por eso, ante su rival directo que podría quitarle la presidencia en un posible pacto entre ambos (el PP y el PSOE), asumen el mandato que las urnas les han encomendado (31’50”) y que, junto con la responsabilidad encomendada por el jefe de estado (28’00”), están capacitados para excluir al partido del gobierno en funciones. Por lo tanto, al ser ellos el partido con mayor número de votos con capacidad de dialogar, son también, en cierta medida, el partido que más poder tiene frente a las negociaciones que puedan llevarse a cabo y los que, en principio, se quedarían con el gobierno de la nación durante los próximos 4 años. Así que ese diálogo parece ser también una medida para conseguir el poder:

< +Diálogo, + cambio >

<+cambio, -Partido Popular> –> 

<+cambio, + gobierno del PSOE >

            En conclusión, ya decía Escandell Vidal (2014: 97) que “los mismos argumentos que aparecerían en x pueden presentarse de manera natural para apoyar una conclusión diferente”. Y, si atendemos a los casos analizados, se puede observar que la palabra que nos ocupa se ha empleado en ambos casos como argumento para apoyar, sin embargo, fines distintos: Mariano Rajoy parecía utilizarla para mitigar la carga que comportaba tener la mayoría, mientras que Pedro Sánchez la ha empleado para tratar de conseguirla. En definitiva, esto demuestra que, a pesar de que haya un significado de base que se mantiene y es necesario para comprender lo que se dice, las circunstancias de cada situación hacen que el mismo pueda cargarse de otras connotaciones.

fotoSara Badía

En estos últimos años, muchos de los discursos de los dirigentes del país han ido incorporando expresiones como “lo peor ya ha pasado”, o “se ve la luz al final del túnel / camino” (véase ¡Toca optimismo! (y II)”, de Montserrat García). Sin embargo, hay una cuyo uso se ha extendido de manera más notable: “hemos salido de la crisis”. Esta entrada se centrará en el estudio de dicho sintagma para conocer qué usos puede albergar y si estos han variado a lo largo del tiempo.

A finales del año 2012, Alfonso Merlos, columnista del periódico La Razón, argüía lo siguiente:

Lo crucial es que hay un plan en marcha, que se está ejecutando en fases, que se está controlando con la cabeza, y que hay un presidente que está ayudando a los españoles a salir de la crisis. Ésa es la verdad. No es fácil ponerte al volante y acelerar con garantías cuando te dejan un coche destartalado, cuando el anterior piloto en lugar de hacer los cambios de filtro, aceite y neumáticos se ha dedicado a tunearlo con estúpidos alerones y horteras embellecedores mientras gripaba y quemaba el motor (¡y gastándose lo que no está en los libros!) (“La cuarta marcha”, 22/02/2012).

Aquí entra en juego un determinado encadenamiento argumentativo: “tener un plan” supone “salir de la crisis”. Según la teoría de Anscombre y Ducrot, si tomamos “plan” como punto de articulación que sirva para ligar los argumentos, obtendremos una relación de encadenamiento argumentativo del par < + plan, + salir de la crisis >. En el otro lado de la escala, por tanto, se hallaría el par < – plan, – salir de la crisis >.

Otro esquema argumentativo es el que se da, por ejemplo, en el caso siguiente:

Sin realizar algunas reformas pendientes, salir de la crisis será más difícil, la salida tendrá efectos muy negativos en cuanto a la equidad social, y seguramente será una salida en falso que duraría poco tiempo. (“La ilusión y el engaño”, Joan Majó, El País, 07/01/2014).

Aquí, el encadenamiento vendrá de la mano del par <  – reformas pendientes, – salir de la crisis >. Como se puede ver, estos esquemas van ligados a un uso argumentativo positivo del sintagma “salir de la crisis”, hecho presente en artículos como “¡Vaya tripartito!” (Iñaki Zaragüeta, La Razón, 09/01/2013) o “Con o sin pacto” (Agustín de Grado, La Razón, 09/06/2013). Ahora, es el turno de analizar la otra cara de la moneda.

En octubre de 2012, en una carta al director de El País, se afirmaba lo siguiente:

Llevamos cuatro años con más de lo mismo, quizá ya va siendo hora de que nuestros políticos se den cuenta de que ésta no es la manera de salir de la crisis. Es de sentido común saber que si recortas el gasto público cuando la economía está hundida, esto la deprime todavía más (“Sigue aumentando el paro”, Merche Castillejo, 29/10/2012).

En esta ocasión, y continuando en la línea de la teoría de Anscombre y Ducrot, el encadenamiento argumentativo viene dado por el par  < + más de lo mismo, – salir de la crisis”. De nuevo, se da un nexo entre este par y el del ejemplo anterior: ambos usos del sintagma son argumentativamente negativos, algo observable en artículos como “Ver para creer” (Agustín de Grado, La Razón, 04/01/2013) o “Por una oposición útil” (El País, 21/01/2012).

A continuación, se analizará cuál ha sido la evolución de los usos del sintagma “salir de la crisis” en los últimos cuatro años en dos periódicos de tirada nacional de ideología contraria: El País y La Razón. En esta ocasión, el análisis se ceñirá a los usos recogidos en las secciones de opinión (editoriales, cartas al director, artículos…), descartando todas las declaraciones de políticos, así como las muestras en que la expresión forme parte de una oración subordinada. Con este estudio, se observará claramente cómo un sintagma puede apoyar o rebatir un determinado posicionamiento dependiendo del uso del lenguaje que se haga del mismo.

A través de los siguientes gráficos, es posible constatar la manera en que la coyuntura social, política y económica de un país puede afectar al empleo que se hace de la lengua.

Imagen 1

Como se puede observar, hay una gran polarización. En el caso de El País, los usos argumentativos negativos, que ya parten con más de treinta empleos, crecen progresivamente hasta tocar techo en el 2014. Asimismo, hasta este último (2014), los positivos eran mínimos; incluso tendían a disminuir. Sin embargo, es en 2015 cuando se invierte la tendencia: los usos positivos comienzan a ascender, mientras que los negativos caen.

En cuanto a La Razón, los usos argumentativos positivos de “salir de la crisis” se duplican en el 2013, pero lo hacen de manera más discreta en el 2014. Los usos negativos, que en 2013 eran tres, se duplican en 2014; en todo caso, hay que tener en cuenta que, hasta 2013, no había ninguno, por lo que la tendencia es reveladora. En 2015, los usos positivos vuelven a crecer, mientras que los negativos caen.

Por último, si se conjugan los datos de uno y otro periódico, se observa una tendencia creciente en ambos usos hasta 2015, si bien en 2014 lo hacen más los negativos. Es en el año 2015 cuando esta queda interrumpida, invirtiéndose: los usos argumentativos positivos superan por primera vez a los negativos, que caen a casi la mitad.

Imagen 2

A modo de conclusión, a nosotros no nos atañe determinar si hemos salido o no de la crisis económica, sino evidenciar las diferentes estrategias comunicativas que se emplean a la hora de hacer mención a la misma, y que ocasionan que un sintagma como “salir de la crisis” apoye o rebata una determinada argumentación, dependiendo de cómo se emplee. Únicamente lo que acontezca en años venideros podrá dilucidar si la tendencia creciente de los usos negativos se mantiene o, por el contrario, vuelve a invertirse. Estaremos atentos.

Fotografía

Pablo Martínez Fernández

De entre las muchas aportaciones a la Lingüística general del filósofo Ludwig Wittgenstein, se encuentra la brillante idea de que el “lenguaje es un juego”, un juego con reglas, donde de su cumplimiento o incorrección depende que nos comuniquemos.  Una idea harto interesante, pues queramos o no, a cada instante somos jugadores en este campo lingüístico. A día de hoy, podemos verla reflejada en el desarrollo de algunas palabras como friki, que de mayo a julio  –y por el momento- es un término de uso que da mucho juego, en tanto que es “titular” en el marco de la política.  Por este motivo, el propósito de nuestro trabajo será analizar el papel que en los meses de mayo y junio ha jugado la palabra. Para ello trataremos de anotar una periodización del uso de “friki” en los medios de comunicación, en tanto en cuanto a su crecimiento significativo por estar en contacto con contextos políticos.

A grandes rasgos, debemos preguntarnos primero sobre la naturaleza de la palabra. Si acudimos al diccionario DRAE comprobaremos que ya incluye en un artículo de su vigésimo tercera edición este lema (que es un préstamo del inglés freaky), distribuyendo sus sentidos en tres acepciones y tratándolo de adjetivo coloquial: ¹“extravagante, raro, excéntrico”, y nombre común que señala a persona ²“pintoresca, extravagante” y ³“que practica desmesurada y obsesivamente una afición”. No podemos ignorar que los últimos años el término ha ido ensanchando cada vez más su cajón de significados (es decir, que paulatinamente ha ido señalando más cosas del mundo). A priori, al decir friki nos puede venir a la mente un joven adulto vestido de superhéroe anime japonés. Sin embargo, hoy se puede decir que uno es friki si ha llevado demasiado equipaje en un viaje de fin de semana. De este modo, si alguien quiere significar simplemente que algo es “extraño” o “impertinente”, en su mente puede albergar la posibilidad de uso de friki, con que puede multiplicarse enormemente en el uso por esta versatilidad. Con este marco general comenzaremos el análisis.

¿Cuándo entra friki en el campo de la política? En mes de mayo de 2014 Podemos –un nuevo partido político de ideas dinámicas e izquierdistas– consiguió un gran número de votos en las elecciones europeas, ante lo cual, partidarios de otros grupos políticos vuelcan una serie de relaciones y calificativos peyorativos sobre Podemos, y en especial sobre su líder: Pablo Iglesias. Un ataque que continúa hoy.

Grosso modo, podemos decir que el primer uso lo realizó el sociólogo del PP, Pedro Arriola, cuando el 27 de mayo declaró públicamente, en referencia al partido político Podemos: «aquí tenemos todos los frikis del mundo», «Todos los frikis acaban planeando sobre Madrid» (Forum Europa con José Juan Toharia y Pedro Arriola, min. 33:00 https://www.youtube.com/watch?v=iBIEaQ_OcPI). Lo que queda grabado en los medios es la asociación de Pablo Iglesias con el calificativo “friki” que Arriola le impone,  introduciéndole implícitamente la carga significativa (negativa) que tiene la palabra: persona con vestuario extraño, individuo extravagante, raro, pintoresco, infantil, inconsciente, etc.

Al instante se toma como un insulto hacia  Pablo Iglesias. El que oye estas declaraciones activa el entorno cognitivo (como diríamos según la Teoría de la Relevancia, las creencias que tiene un colectivo social)  y relaciona el “aspecto extraño” de friki, con el aspecto de Pablo Iglesias, quien viste informalmente y lleva el pelo largo. Como veremos en los ejemplos posteriores, detrás de este mínimo enlace cae toda una significación negativa (rareza, inconsciencia, excentricidad, infantilidad).

Desde el mismo día 27, la palabra friki pasa a formar parte del vocabulario de crítica política y posteriormente contactará con otras apelaciones dirigidas hacia Podemos. Antes de esto sabemos que hubo ya  referencias peyorativas hacia el partido; una de ellas se dio el mismo día 27 cuando Rita Barberá –alcaldesa de Valencia- tildó al partido elegido en las elecciones europeas de “grupúsculos”, “radicales”, “antisistema” y advirtió “Yo no quiero para mi país la política de Chávez” («Barberá: “Sabíamos que con la abstención se colarían grupúsculos radicales y antisistema”» http://www.atlas-news.com/agencia-internet/politica/Rita_Barbera-alcaldesa-valencia-podemos-elecciones-pp-25M_3_526177415.html, Atlasagencia, 27/05/2014).

Durante los últimos días de mayo y la primera quincena de junio se ha seguido empleando la palabra “friki” para referirse a la ideología de Podemos,  con  una serie de nuevos sentidos peyorativos. El 28 de mayo, en todos los medios se dio el debate sobre la figura de Pablo Iglesias y el término “friki” entró en un campo extensísimo de intercambio (redes sociales: Factbook, Twitter; declaraciones de prensa, radio, televisión), con lo que podemos rescatar ejemplos de comentarios como el del siguiente usuario de Facebook, que recopila irónicamente los atributos de Iglesias, entre los cuales tenemos el de sus votantes, que llama “Frikis”:

Podemos es ETA, Podemos quiere convertir España en Venezuela y Cuba, Podemos se financia con dinero del régimen venezolano, Pablo Iglesias es Hitler y Stalin, los votantes de Podemos son Frikis, Podemos quiere llenar España de inmigrantes, Pablo Iglesias es proetarra y apoya el régimen iraní, Pablo Iglesias compra la ropa en Alcampo, Podemos es antisistema, Podemos son radicales, Podemos es extrema izquierda, la coleta de Pablo Iglesias está llena de piojos…  (Facebook. “The ObserverULPGC” https://es-es.facebook.com/ObserverULPGC/posts/611082728988508  28/05/21014)

Algunos de estos atributos ya se habían ido asentando anteriormente, como en el día 26 de mayo cuando hubo comentarios tan llamativos sobre Podemos, en este caso de ataque, como el siguiente:

«Mucha bola se le está dando a este rojete trasnochado, bolivariano y populista mamarracho. A ver si al final se lo va a creer y dentro de unos añitos, cuando sea mayor y ya no le guste jugar a poli(tico) bueno quiera jugar a ser salvador de la patria (ah no que los rojetes no tienen patria) bueno pues a salvador de la ciudadanía (que es muy progre) y se quieras convertir en un Chavez a Castro por aquí.” (La Gaceta “Pablo Iglesias se compra de Alcampo”, http://www.gaceta.es/josef/pablo-iglesias-compra-ropa-alcampo-26052014-1838 26/05/2014)

La relación con Hitler se explica por los dos “twits” consecutivos de Esperanza Oña, vicepresidenta del parlamento andaluz, quien comparó sus políticas también a día 26 de junio:

“Hitler ganó las elecciones en Alemania aprovechando el descontento general y convirtiéndolo en ilusión a su favor […] Pablo Iglesias, casi sin partido, sin gestión y siendo uno d los asesores del nada democrático Maduro, ha ilusionado a muchos” (Twitter, EsperanzaOña@esperanzaona.es https://twitter.com/esperanzaona )

Consecuentemente en el comentario de Facebook aparece en el mismo contexto que “Hitler”, “bolivarianos”, “extrema izquierda”, “radicales”, etc. porque antes de esto hubo una retahíla de apelativos despectivos, donde pasa a ser parte. Por el momento, la palabra simplemente se ha usado en el campo político, pero este todavía no la ha marcado (no ha cambiado su significado).

El 31 de mayo  se repiten los calificativos, aunque esta vez la palabra sí se relaciona con los insultos. El fenómeno siente una evolución, ahora friki se sustantiviza y pasa a señalar directamente a Pablo Iglesias, con lo cual los calificativos delimitan el sentido del término:

friki de la coleta que viste de Alcampo, que quiere expropiar a los bancos, asaltar los pisos vacíos (…) es producto del populismo. Este friki antisistema que pierde el pompis por Chávez y Castro, que se asemeja a Hitler (…)ha centrado todo el escrache verbal de los de la ultradiestra, la diestra y parte de la zurda Por friki, utópico e inconsciente (…) Pero es igual, lo importante es zurrarle al friki ese de la coleta porque lo suyo es intolerable (…) (“El friki de la coleta”. La voz de Galicia, Ernesto Pombo http://www.lavozdegalicia.es/noticia/opinion/2014/05/31/friki-coleta/0003_201405G31P18995.htm  31/05/2014)

Friki pasa a ser sustantivo acompañado de complementos: 1) friki de la coleta;  2) friki que viste de Alcampo; 3) friki antisistema; 4) friki, utópico e inconsciente

En días posteriores, hubo periodistas que se revolvieron ante estas calificaciones y debatieron sobre si era apropiado o no hablar de Podemos como unos frikis, aunque el debate engarza muchas de sus polémicas con los sentidos de antisistema:

“-¿Es Pablo Iglesias un friki?/ -No, no lo creo. Es una persona que tiene una visión de la sociedad que es muy contraria a lo que quiere y defiende una mayoría muy inmensa.” (“Pablo Iglesias no es un friki”. La voz de Galicia. http://www.lavozdegalicia.es/noticia/politica/2014/06/01/pablo-iglesias-friki/00031401580544088679944.htm 01/06/2014).

En otro artículo del mismo periódico,  hay un intento de positivizar la figura del “friki” acudiendo a sus sentidos académicos  de extravagante, raro o excéntrico que hemos detallado antes:

Según la Real Academia Española un friki es una “persona extravagante, rara o excéntrica” condición, no necesariamente negativa” (GUITIÁN, Javier “Yo también soy un friki”. La voz de Galicia, http://www.lavozdegalicia.es/noticia/opinion/2014/06/02/friki/0003_201406G2P14993.htm 02/06/2014).

Por otro lado, Guitián recuerda en tono protestante los términos que han rodeado a Pablo Iglesias en los últimos días “rojete trasnochado, bolivariano y populista mamarracho”.

Días después sigue el debate, es sustituido de nuevo “Pablo Iglesias” por “El friki”:

¿cómo es que una cadena de televisión que pertenece a alguien tan afecto al gobierno actual permite la presencia, día sí y día también, a quien con tanto ahínco ese mismo gobierno se afana en llamar «friki»? ¿Y cómo es que “el friki” va a continuar haciéndolo como si nada hubiera pasado si es que realmente algo pasó? ¿Qué otras formaciones neutraliza Podemos? (MONTSERRAT NEBRERA, Vozpopuli http://vozpopuli.com/blogs/4495-montserrat-nebrera-una-lectura-conspiratoria-de-los-sucesos-recientes10-06-2014).

Continúa su evolución por el campo político, asentándose Podemos en el ataque como un fenómeno populista. Se usan expresiones como “populismo friki”: “sistema acechado por el populismo friki que nos asuela” (RUÍZ, Rafael: “El reto de Izquierda Unida”.  ABCdesevilla. http://sevilla.abc.es/andalucia/cordoba/20140615/sevp-reto-izquierda-unida-20140615.html. 15/06/2014).  Sin embargo también siguen los comentarios positivos, pues este mismo día 15 también se usa la palabra en tono más positivo: “Esto dice algo muy bueno de una sociedad donde los frikis -así les llaman quienes tienen miedo a perder su parte del negocio- protestan de una forma tan ejemplar como democrática: votando.” (LÓPEZ, Laureano“Democracia Friki”. La voz de Galicia http://www.lavozdegalicia.es/noticia/opinion/2014/06/15/democracia-friki/0003_201406G15P4993.htm  15/06/2014). Como vemos en el último uso, según el periodista en su artículo “Democracia friki”, “friki”queda restringido a un sector político determinado (tal como hemos ido señalando en nuestras observaciones).

Con todo, es lícito reducir que en el marco de la política la palabra sigue, por ahora, en un ámbito de designación despectiva.

Para finalizar el artículo, veremos un ejemplo que resalta a día 16 de junio, y que continúa la tendencia politizadora del término. Se trata del comentario del político Joaquín Leguina, quien afirmó por las redes sociales “El PSOE perdió más votos rumbo al PP en 2011 que los que se le han ido ahora hacia la izquierda friki” (Programa de televisión Las mañanas de Cuatro http://www.teleonlinedirecto.es/video/119977/cuatro/las-mananas-de-cuatro/leguina-califica-como-friki-la-forma-en-que-pablo-iglesias-prometio-acatar-la-constitucion.html ). Más tarde en televisión se debatiría el uso del calificativo. En la siguiente tabla hemos desglosado el uso de friki, junto con el de otros calificativos expedidos hacia Pablo Iglesias y a Podemos:

 

Mayo

26

27

28

31

Junio

1

2

10

11

15

16

16

suma

FRIKI

 

X

X

X

 

X

X

X

X

X

X

X

10

Coleta

X

X

2

Alcampo

(X)

X

X

X

4

Antisistema

X

X

(X)

X

4

Chávez (-ista)

(X)

X

X

X

4

Castro (-ista)

(X)

X

2

Hitler

X

X

2

Utópico

X

1

Inconsciente

X

1

Rojo

(X)

X

2

Bolivariano

(X)

X

2

Populista

(X)

X

X

3

Proetarra

X

1

Extravagante

X

1

Raro

X

1

Excéntrico

X

1

Izquierdista

X

X

X

3

Radical

X

X

2

 

 

 

(Entre paréntesis aquellos casos que no se relacionan directamente con “friki”)

 Comprobamos que las palabras más empleadas en relación con “friki” son las de  Antisistema, Alcampo, Castro y Chávez; aunque lo más importante es el mismo contexto de uso, el cual ha concedido finalmente a la palabra, mediante todas estas declaraciones, esta amplia significación.

A día de hoy, 30 de junio de 2014, el fenómeno parece no haber evolucionado mucho más. Pero siempre es importante captar estos fotogramas filológicos que demuestran la capacidad de extensión que tienen algunas unidades del habla cotidiana cuando se pone interesante el juego lingüístico.

Joan Deusa Dalmau

El siguiente anuncio del programa de financiación del banco BBVA (2014) presenta los préstamos como buenas noticias:

https://www.youtube.com/watch?v=ZPtEfm-a8H4

[Periodista I] Ser periodista tiene estas cosas

[Periodista II] Que a veces, hay que dar malas noticias

[Periodista I] Pero luego, cuando sales a la calle…

[Chica, por el móvil] ¡Mamá, tengo el  préstamo para el máster!

[Periodista I] Descubres que cada vez hay más buenas noticias. Y lo más curioso es que no  las damos nosotros

[Hombre reunido en un bar] Tenemos la financiación, ¡ampliamos la nave!

[Periodista I] Las da la gente.

[En off] En BBVA queremos impulsar esas buenas noticias y vamos a hacerlo impulsando esos proyectos que te ilusionan y nos sacan a todos adelante. Porque eso es lo que hace un banco que siempre responde. Entra en BBVA, financiamos tus buenas noticias.

El eslogan de esta campaña es “financiamos tus buenas noticias”. En uno de los anuncios de esta campaña aparece una familia que se acaba de comprar un coche gracias a un préstamo que se les ha concedido y una pareja descolgando un cartel de “se vende” de un balcón. En el otro vídeo publicitario de esta misma campaña, aparece un empresario comunicándole a un hombre algo más mayor que pueden ampliar la nave porque tienen financiación y previamente, una chica que le anuncia eufórica a su madre que le han concedido el crédito para hacer el máster. No resulta chocante para el cliente potencial la relación entre “periodista” y “noticia” y el anuncio juega contrastando las “malas noticias” con las “buenas noticias”.

Esta entrada se centra en analizar, en concreto, el uso que se hace de la relación “préstamo para el máster” y “buena noticia” ([Chica, por el móvil] ¡Mamá, tengo el  préstamo para el máster! [Periodista I] descubres que cada vez hay más buenas noticias).

El encadenamiento argumentativo que se sucede en el anuncio es el siguiente: “tengo el préstamo para el máster” se considera una “buena noticia”. La argumentación discursiva en la lengua funciona encadenando uno o más enunciados en una dirección ilocutiva concreta, que se unen mediante creencias comunes de las que forman parte tanto el locutor como el alocutario, y que por tanto deben ser, comunes, generales y graduales. Estas se denominan garantes o topos según la teoría de Acombre y Ducort, de forma que, por ejemplo, si aceptamos que “buena noticia” funciona en el anuncio como punto de articulación (es decir, topos) y hace de eje para encadenar los argumentos, tenemos que, en tanto que común, el oyente sabe que “buena noticia” es algo positivo, un suceso que vaya a ser motivo de alegría; en tanto que general, una “buena noticia” puede utilizarse, como en el propio anuncio, para diferentes situaciones (en este caso, para poder estudiar un máster, pero también para poder comprar un piso);  y en tanto que gradual, se opone en una escala <+Buenas noticias, -malas noticias>. Así, el oyente es capaz de deducir, primero, que hay préstamos disponibles (cada vez más) y, segundo, que es fácil conseguirlos. Además, el eslogan de la campaña, “financiamos tus buenas noticias”, refuerza esta misma conclusión: “en BBVA te damos crédito”, que es la que en última instancia más le interesa transmitir al enunciador.

Se produce de este modo una relación de encadenamiento argumentativo del par <+Préstamo, +buena noticia>. Este uso no resulta sorprendente en los ámbitos hipotecarios o empresariales, pero en esta entrada se analiza este encadenamiento en relación con la educación, y por ello cabe plantearse si <+Préstamo, +buenas noticias> representa un uso normal de estos términos.

Al consultar en la base de datos de CREA dicho encadenamiento no hemos podido encontrarlo en época anterior a la crisis (tampoco posterior). Ni si quiera encontramos el sintagma “buena noticia” en los ámbitos propagandísticos o educacionales en esta base de datos, aunque sí que es común en otros como prensa,  novelas, etc., pero en ningún caso relacionando el término “préstamo” con “buena noticia”.

Por último, el encadenamiento <+Préstamo, + buena noticia> no aparece tampoco relacionado con la educación en bases de datos de los tres grandes periódicos: El Mundo, El País y El ABC. Solo se puede encontrar “préstamo” y “educación” en noticias relacionadas con el nuevo sistema de préstamo de libros de texto que adoptaron algunas comunidades el año pasado, en los tres periódicos (por ejemplo, en este artículo de El ABC: http://www.abc.es/comunidad-castillaleon/20130217/abcp-releo-presta-libros-texto-20130217.html).

Relacionado con la concesión de crédito para posgrado solo encontramos un artículo que incluye préstamo y educación, publicado el 8 de mayo de 2013 en El País, que denuncia la incapacidad de los jóvenes de devolver el crédito que fue prestado por el gobierno de manera inmediata: El paro atrapa a los posgraduados que pidieron créditos universitarios (http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/05/27/actualidad/1369679458_306057.html).

En noviembre del año pasado, también en El  País, se publica un artículo que habla del crecimiento en las peticiones de crédito a las entidades bancarias para realizar estudios de posgrado: Máster con financiación a la medida (http://economia.elpais.com/economia/2013/11/01/actualidad/1383305590_120751.html) y apenas unos meses después nace esta campaña del BBVA.

Siendo así, sin haber encontrado ningún ejemplo de “buena noticia” y “préstamo” anterior a esta campaña publicitaria, podemos concluir que la entidad bancaria nos propone el nuevo encadenamiento <+Préstamo, +buenas noticias> en el ámbito educacional y por tanto, al establecer  esta relación como algo positivo, propone un cambio semántico de estas nociones.

Por último, me gustaría destacar que un anuncio así es imposible de entender fuera de la situación económica actual de crisis que se viene arrastrando varios años, dado que en principio la función de los bancos es conceder crédito (por ello no nos sorprende los usos de la palabra préstamo para empresa, vivienda o vehículo) y por tanto solo se puede entender que esto sea una “buena noticia” si el oyente sabe que los bancos han tenido poca liquidez durante el periodo de crisis.

Además, antes de las fechas actuales sería imposible considerar que un préstamo para los estudios fuera una buena noticia,  ya que las becas no se habían visto reducidas y llegaban a gran parte de la población estudiantil. El artículo Máster con financiación a la medida señala que la petición de créditos crece desde el año pasado y ni siquiera está normalizada todavía. Este anuncio debe hacernos reflexionar sobre lo que significa realmente “buena noticia” y debemos pararnos a pensar si lo que se nos plantea como “buena noticia” en este contexto, realmente lo es. A la hora de la verdad, ¿hasta qué punto es una buena noticia el poder estudiar con un dinero que deberá ser devuelto con intereses, lo cual además implica intrínsecamente que se necesita un préstamo para estudiar, y por tanto, que estudiar es caro?

 

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Mar Moreno Valero

Enlace al blog de Tomás Córcoles

«En el mundo de la música ya está todo inventado». Raro resulta no haber oído nunca esta frase. El mismo ritmo, los mismos acordes o arpegios se repiten de forma casi exacta en diferentes canciones de carácter mundialmente conocidas. ¿Hablamos de coincidencia, referencia o copia?

Siguiendo esta idea, si nos centramos en los argumentos políticos a nivel internacional descubriremos que, como en la música, parece que no hay nada nuevo bajo el sol, mucho menos si nos centramos en el planteamiento discursivo que presentan los dirigentes en época de crisis.

Contrastemos algunos de los ejemplos argumentativos más relevantes en el discurso de Mariano Rajoy (1) en el Congreso de los Diputados del día 11 de julio de 2012, con el del ex presidente argentino Carlos Saúl Menem (2) del 8 de julio del año 1989.

(1)(http://www.lamoncloa.gob.es/Presidente/Intervenciones/

Sesionesparlamento/2012/prsp20120711.htm).

Segunda mitad, tras la exposición de datos

(2) (http://www.bcnbib.gov.ar/novedades/dr.menem1989.pdf)

Como podemos observar, tanto el  planteamiento retórico como discursivo es diferente en cada caso. Difiere de forma notoria el aspecto formal entre ambos ya que si nos centramos en los rasgos generales del discurso del ex presidente argentino, vemos un discurso didáctico y narrativo que permite diferenciar entre la captatio benevolentiae con la que intenta ganarse el favor del público, así como el empleo reiterado de citas bíblicas y parafraseos de autoridades religiosas utilizado para sustentar los argumentos expuestos, recurso no utilizado en el caso del presidente español al no encontrar ningún tipo de figura retórica.

Aun así,  aunque las diferencias sean visibles, también lo son las igualdades en cuanto a los argumentos utilizados para justificar las «medidas excepcionales» que serán tomadas:

«Nos encontramos en una situación extraordinariamente grave y es preciso corregirla con urgencia» (Mariano Rajoy)

«Esta economía de emergencia va a vivir una primera instancia de ajuste. La economía argentina está con la soga al cuello y ya no queda lugar para los titubeos» (Carlos Saúl Menem)

De este modo, nos encontramos ante el mismo argumento expresado desde diferentes países, con más de 20 años de diferencia entre uno y otro: «las medidas son dolorosas, pero son necesarias». Se trata de una idea que corresponde al esquema argumentativo de crisis financiera aplicable a cualquier país que comparta las mismas circunstancias.

Observamos un planteamiento que sigue un esquema circular, llevándonos al mismo punto del que partimos: a mayor gravedad de la situación, el gobierno pide un mayor esfuerzo por parte de la ciudadanía que se traduce en un mayor «ajuste» o mayores «medidas excepcionales», que torna en aún más grave la situación para el mismo ciudadano.

< + gravedad, + esfuerzo>

 < + ajustes, + gravedad >

Para conocer las medidas de Rajoy, se puede visualizar el siguiente video http://www.youtube.com/watch?v=HFRz3PIL0ps o leer el siguiente artículo de  ABC «Las 35 medidas del Gobierno de Rajoy para ajustar  65.000 millones de euros»

http://www.abc.es/20120711/espana/abci-relacion-medidas-ajuste-rajoy-201207111234.html

Sobre las reformas del Estado llevadas a cabo por Menem:

http://www.youtube.com/watch?v=AGlL1FvFMBY&list=PL96792D82CDB1498D

http://www.presidentesargentinos.com/21/primera-presidencia-de-carlos-saul-menem/

Las justificaciones que sustentan ambos argumentos son a su vez, muy parecidas. Se basan en el posterior anunciacio por parte del propio emisor  del  conocimiento de que el tipo de medidas que tomará el Gobierno son duras y de carácter agresivo, por lo que de este modo, intenta contrarrestar el descontento que provocará en los oyentes comentando  su consciencia ante tal situación, volviendo a resaltar que estas reformas se llevarán a  cabo ante la gravedad por la que atraviesa el país a modo de intensificación, reforzando así el mensaje. Si el emisor se pronuncia de modo visible en el enunciado, quedará constancia de su compromiso, lo que generará una hipotética seguridad en el oyente.

Mariano Rajoy: «Sé que las medidas que les he anunciado no son agradables. (…) No son agradables pero son imprescindibles» «Hacemos lo que no nos queda más remedio que hacer». Destacable el uso del plural inclusivo para referirse al Gobierno en su conjunto, para luego cambiar a una primera persona, lo que transfiere el carácter obligativo de la enunciación a una emisión más personal, restringiendo y particularizando el efecto: «Yo soy el primero en estar haciendo lo que no nos queda más remedio que hacer» «Yo soy el primero en estar haciendo lo que no le gusta».

 

Carlos Menem: «Sería un hipócrita si lo negara«. Observamos cómo emplea un argumento ético o moral.  «Sé que vienen días muy duros, pero vienen días duros en los que vamos a sembrar para que dentro de un tiempo prudencial podamos cosechar excelentes frutos»

Ahora bien, como hemos visto, los argumentos de necesidad  planteados son efectivos para una situación  presente que, vista de forma abstracta en los ejemplos, repercutirá en el futuro, por lo que el esquema de tipo circular que se ha mencionado se rompe al encadenar un segundo argumento que muestra el efecto concreto que causará en el futuro  tal afirmación, como observamos en el último ejemplo mencionado.

Carlos Menem utiliza una metáfora visible para situar al oyente en lo provechoso que será la serie de medidas que pretende utilizar, figura retórica que no observamos en Mariano Rajoy, excepto cuando habla de «lograr» salir de la crisis, o «ganarle a la crisis» como si de un juego cargado de estrategias se tratase. Aunque el contenido argumental coincida, no lo hace en cuanto al aspecto formal, debido a que la utilización de figuras retóricas en el discurso político del espacio peninsular es mínima.

Retomando los ejemplos,  observamos cómo ambos políticos encadenan el argumento de lo doloroso pero necesario que resulta llevar a cabo ciertos «ajustes» al hecho de que a partir de estos sacrificios, se garantizará le progreso en el futuro:

<+sacrificios, +progreso>

A ello remite  el final del discurso de Mariano Rajoy «Esto es lo que da sentido al esfuerzo, al sacrificio y a las privaciones. (…) estamos hablando de la esperanza de millones de familias, y muy  en especial, de esa juventud española que aguarda para asomarse a un futuro»  En comparación con el último ejemplo del ex presidente argentino, descubrimos que no solo en esta afirmación, sino a lo largo de todo el discurso, no aparecen marcadores temporales que determinen el momento en el que se verán «los frutos» de tales medidas, como se indica en la cita mencionada mediante «un tiempo prudencial», de carácter totalmente indeterminado y ambiguo.

Por último, el cierre de ambos líderes políticos mantiene prácticamente la misma dirección: aunar fuerzas es la clave. Es decir, de la crisis se saldrá con el esfuerzo de todos.

M.R: «… con la ayuda de muchísimos españoles, que serán muchísimos españoles».

C.M: «Por Dios, todos juntos, hacia el triunfo final (…) levantemos nuestros brazos, aunemos nuestros corazones y nuestras voluntades; la Patria nos espera, el futuro nos espera» 

No podemos dejar de lado cómo ambos líderes, aumentan el sentimiento nacional en relación a lo dicho a lo largo discurso que actúa como cierre, ganando así, la simpatía del oyente mediante el realce de su figura e imagen.

La alusión a la Patria, al país, a sus ciudadanos, es abundante en el discurso de Ménem, considerando que la apelación a la unanimidad  nacional es un elemento regular en el desarrollo de cualquier discurso político al agitar de forma entusiasta el ánimo de sus oyentes. Se trata de una herramienta recurrente en todo discurso que consigue exaltar enormemente a la ciudadanía argentina debido a su arraigado concepto patriótico. Esta sería la causa por la que el aspecto formal de ambos discursos difiere enormemente. Las coordenadas ideológicas, en este sentido, no son compartidas con los discursos políticos peninsulares.

Cabe destacar la importancia del «topoi» en este sentido, que se explica a la perfección en la obra  Historia de la crisis Argentina

( http://www.cadal.org/libros/nota.asp?id_nota=1518 ) y que permiten aclarecer ideas sobre la continua repetición de conceptos como «justicia social«. Muy interesante resulta el estudio de María Piñedo  que especifica el uso semántico en los discursos políticos del ex presidente argentino (http://www.saap.org.ar/esp/docs-congresos/congresos-saap/V/docs/bonetto/maria-teresa-pinero.pdf)

De este modo, tendremos que fijarnos con atención y recordar los argumentos empleados durante la actual época de crisis en España porque, como hemos visto, no importa el país o partido político del que se trate: a los argumentos y a las justificaciones, al igual que el léxico generado por este periodo (corralito, escrache, recortes, etc.), como en el tango, se los verá volver y serán recuperados de manera sistemática.

Tan sólo queda esperar pacientemente a que vuelvan a ser nombrados, aunque ya se sabe que el tiempo es relativo y, sobre todo, que veinte años no es nada.

 

Florencia Battagliero Bocco

Desde luego, si algo no se puede negar de la nueva ley orgánica de educación es su carácter polémico. Es polémica, por un lado, por las diferentes declaraciones que se han hecho sobre ella (tanto desde el gobierno como desde la oposición, sindicatos y asociaciones) y por las interpretaciones que, desde los medios de comunicación, han llegado a los ciudadanos (por ejemplo: http://list.ly/5Ld); pero, por otro lado, es necesariamente polémica por el contexto en el que se enmarca: la crisis. Resulta difícil disociar la LOMCE de la crisis cuando ya en el primer párrafo de la ley se afirma: La educación es el motor que promueve la competitividad de la economía y el nivel de prosperidad de un país. El nivel educativo de un país determina su capacidad de competir con éxito en la arena internacional y de afrontar los desafíos que se planteen en el futuro. Mejorar el nivel educativo de los ciudadanos supone abrirles las puertas a puestos de trabajo de alta cualificación, lo que representa una apuesta por el crecimiento económico y por conseguir ventajas competitivas en el mercado global.

El objetivo de este artículo es exponer los argumentos de la LOMCE y los contraargumentos presentados, desde tres perspectivas: en primer lugar, desde la propia LOMCE y las razones que la justifican, expuestas por el ministro de educación José Ignacio Wert, ya que él ha sido y es el principal impulsor de esta reforma y el portavoz del gobierno en materia de educación; en segundo lugar, desde las reprobaciones de los miembros de la oposición, puesto que constituyen la segunda fuerza política de nuestro país; y en tercer y último lugar, desde las aportaciones de la asociación Ciudadan@s por la Educación Pública, formada por docentes, discentes, pedagogos y otras personas relacionadas cuya labor consiste en velar por la calidad del sistema público de enseñanza en todos sus niveles promoviendo acciones y posibles soluciones. En consecuencia, este artículo pretende ser una exposición neutral de los datos recogidos desde esas tres perspectivas.

 

El porqué de esta reforma educativa (aquí), como anunciábamos en el primer párrafo, reside en la importancia de la mejora de la calidad educativa para poder superar, de algún modo, la crisis actual. De acuerdo con esto, como expuso el ministro de cultura José Ignacio Wert en el Congreso de los Diputados (octubre de 2012) así como en distintas declaraciones a los medios (http://youtu.be/0k5aF5Jy33c), los principales argumentos de la LOMCE, que desarrollaremos después, podrían resumirse en los siguientes:

  1. Es una reforma competitiva,
  2. es una reforma igualitaria,
  3. y es una reforma consensuada

(Para tener una idea sobre los objetivos principales pueden consultar en este documento las páginas 5 y 6)

 

Con este propósito la LOMCE pretende, según Wert, que en definitiva haga de nuestra educación un motor del crecimiento inteligente, del crecimiento sostenible y del crecimiento intelectual. Sin embargo, para la oposición y para las asociaciones y sindicatos, estos objetivos no son tan transparentes ni positivos como se garantiza desde el gobierno. Tanto la oposición como las asociaciones y sindicatos tachan la LOMCE de antidemocrática, de segregadora y excluyente y de mercantilista.

 

En primer lugar, la LOMCE se define como una reforma competitiva ya que favorece la mejora general del rendimiento escolar, que se traduciría (…) en la mejora de nuestros resultados en PISA. Para ello proponen la implantación de pruebas de evaluación a nivel nacional en puntos críticos de cada etapa educativa. Asimismo, promueve la empleabilidad: la reducción del abandono escolar temprano (…) traerá consigo una mayor empleabilidad de nuestros estudiantes, esa mayor empleabilidad de nuestros estudiantes contribuirá a la reducción del exagerado paro juvenil que en este momento padecemos. Y además, apoya el uso de las tecnologías de la información y la comunicación.

 

No obstante, frente a esta visión de la LOMCE como una reforma competitiva, la oposición y la asociación Ciudadan@s por la Educación Pública ven la reforma como mercantilista.

La base para contraargumentar que se trata de una reforma mercantilista la encontrarán las voces en contra en, precisamente, el primer párrafo de la reforma que nombrábamos al principio de este artículo: La educación es el motor que promueve la competitividad de la economíaA este propósito, desde la oposición Tapia Otaegi (PNV) coincide con el objetivo de la LOMCE de la búsqueda de la calidad y la excelencia, pero disiente en el modo de llevarlo a cabo: resulta que bajo ese concepto, escudándose en él, lo que hace es reducir y recortar las becas y permitir el aumento del número de alumnos por clase, sin introducir ningún tipo de medidas adicionales para atender necesidades especiales en el aula, atender la diversidad que se produce y, en definitiva, conseguir la igualdad de oportunidades para todos esos alumnos y alumnas que hay en clase. A propósito de los objetivos, en concreto al de la mejora de nuestros resultados en PISA, Valenciano Martínez-Orozco (PSOE) objeta que el nivel educativo de un país no se mide por los cientos de alumnos excelentes, sino por los millones de alumnos y alumnas que están preparados para afrontar la vida.

 

Ciudadan@s por la Educación Pública arguye que reducir el sistema educativo a la capacitación laboral de las nuevas generaciones es olvidar su función primordial en la formación integral de las personas y en la construcción de una sociedad culta y democrática. Explican que la reforma es mercantilista y utilitarista porque se entiende como un factor dependiente de los procesos económicos y que debe enfocarse a sus resultados. Además, en cuanto al fomento de las TIC, critican que el uso de las TIC se limite (…) a la “disminución de costes de apoyos y refuerzos” y “el desarrollo de una enseñanza individualizada” renunciando a las enormes posibilidades colaborativas que las tecnologías de la información y la comunicación ofrecen.

 

En definitiva, se observan dos líneas argumentativas: por un lado, desde el gobierno se presentan los argumentos <+competitividad, +empleabilidad> y <+rendimiento académico, +competitividad>; por otro lado, tanto desde la oposición como desde la asociación Ciudadan@s por la Educación Pública el contraargumento que utilizan es <+competitividad, +mercantilismo>.

 

En segundo lugar, la LOMCE se define como una reforma igualitaria. Una reforma que garantice la igualdad de oportunidades, la inclusión educativa, la no discriminación y la accesibilidad universal, y actúe como elemento compensador de las desigualdades personales, culturales, económicas y sociales, con especial atención a las que deriven de discapacidad (Anteproyecto de Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa). Igualmente se compromete con una educación de calidad como soporte de la igualdad y la justicia social. Y enriquece la educación mediante la especialización curricular, funcional o por tipología de los alumnos, que supone una atención individualizada según perfil en ESO; En definitiva, es igualitaria porque se basa en la igualdad de oportunidades, que permita a todos acceder a una educación de calidad y obtener las capacidades y conocimientos básicos para obtener un empleo, y motive a continuar los estudios más allá de la etapa obligatoria.

 

Sin embargo, a la asociación Ciudadan@s por la Educación Pública y a la oposición, en lugar de igualitaria, esta reforma les parece segregadora y excluyente.

 

La LOMCE promueve la implantación de pruebas de evaluación a nivel nacional en puntos críticos de cada etapa educativa. Estas pruebas, serán en algunos casos hitos determinantes para la progresión en el sistema educativo. (…) Las pruebas deberán ser realizadas por las respectivas Administraciones educativas en el centro educativo en el que el alumno curse estudios, y aplicadas y calificadas por especialistas externos al centro. Estas pruebas, conocidas como reválidas, orientarán la evolución del alumno y serán realizadas periódicamente en puntos críticos de cada etapa educativa.

 

Ciudadan@s por la Educación Pública se posiciona totalmente en contra de esta medida alegando que la reválida se convierte en método obsesivo de clasificación, etiquetaje y encasillamiento del alumnado, al tiempo que un mecanismo de control del currículo. Y que, además, la Administración se lava las manos de su responsabilidad en los resultados de dichas evaluaciones culpabilizando de las dificultades y problemas exclusivamente al alumnado y eventualmente a los centros: “El principal objetivo de esta reforma es mejorar la calidad educativa partiendo de la premisa de que esta debe medirse en función del “output” (resultados de los estudiantes) y no del “input” (niveles de inversión, número de profesores, número de colegios, etc.)”

 

Por otra parte, añaden: La apuesta de la LOMCE por la segregación llega a cotas alarmantes cuando afirma que “el proyecto educativo de calidad podrá suponer la especialización de los centros (…) por tipología del alumnado» y explican que la LOMCE entiende (…) la educación como un espacio en el que se manifiestan y subrayan las diferencias y oportunidades sociales, en lugar de asumir su irrenunciable papel integrador.

 

A este respecto, desde la oposición, coinciden de nuevo con la posición de Ciudadan@s por la Educación Pública: pero es que además nos ha anunciado también que tiene la intención de subvencionar colegios privados para que separen a los alumnos por razón de lengua. ¿Cómo se le ocurre plantear semejante barbaridad señor Ministro? (Vallés Vives, PSC).

 

Por consiguiente, los argumentos del gobierno serían <+igualdad, +calidad> y <+igualdad, +especialización>, mientras que los contraargumentos de las voces opuestas serían <-igualdad, +segregación> y <-igualdad, +exclusión>.

 

En tercer lugar, en el propio proyecto de ley se confirma que esta ley orgánica es el resultado de un diálogo abierto y sincero con toda la comunidad educativa (…) que busca el consenso, enriquecido con todas las aportaciones de toda la comunidad educativa. Asimismo, de acuerdo con la LOMCE, los papeles que jugará la comunidad educativa estarán organizados de la siguiente manera:

  • En cuanto a los directores de centros: La reforma contribuirá también a reforzar la capacidad de gestión de la dirección de los centros, confiriendo a los directores de centros, cuya profesionalización se refuerza a través de un sistema de certificación, la oportunidad de ejercer un liderazgo que en este momento se encuentra seriamente restringido.
  • En cuanto a los profesores: La dignificación de la profesión de los docentes es imprescindible para la mejora de la educación. Y el Gobierno, previa consulta a las Comunidades Autónomas, establecerá las condiciones y los requisitos de titulación, formación o experiencia para que, durante los cinco años siguientes a la fecha de la entrada en vigor de esta ley orgánica, las Administraciones educativas, por necesidades de servicio o funcionales, puedan asignar el desempeño de funciones en una etapa o, en su caso, enseñanzas distintas de las asignadas a su cuerpo con carácter general, al personal funcionario perteneciente a alguno de los cuerpos docentes recogidos en la disposición adicional séptima de esta ley orgánica.
  • En cuanto al consejo escolar: El Consejo Escolar del Estado se concibe como órgano de participación de la comunidad educativa en la programación general de la enseñanza y de asesoramiento al Gobierno.

 

La percepción por parte de la oposición (cuyas declaraciones pueden consultarse aquí), es bien distinta; mientras que para el gobierno se trata de una reforma consensuada, para la oposición es absolutamente antidemocrática: ¿Ha pedido la opinión de los padres, de los maestros, de los alumnos? ¿Le importa la opinión de toda esa gente o no le importa? (Bosch I Pascual, ERC). La percepción de la oposición del proceso de implantación de la ley es la de que su propia concepción es antidemocrática en el sentido de que no se ha tenido en cuenta, según ellos, a los distintos partidos políticos ni a la comunidad educativa. La acusan, en definitiva, de ser una reforma de la Ley Orgánica de Educación a golpe de mayoría absoluta (Tardà I Coma, ERC). Además aseguran, en torno al objetivo: refuerzo de la autonomía de los centros y también de las competencias de las administraciones educativas que, lo que pretende, escudándose en la mejora del rendimiento educativo, es recentralizar todas esas competencias y atraerlas para el Estado (Tapia Otaegi, PNV).

 

Asimismo, desde la asociación Ciudadan@s por la Educación Pública, coinciden con las acusaciones de la oposición y exponen (aquí), por los mismos motivos que la oposición, que la ley es antidemocrática:

  • En el proceso de elaboración de la ley  (de espaldas a la comunidad educativa, a los grupos sociales y políticos, a las Comunidades Autónomas);
  • En la organización de los centros docentes, en que una dirección nombrada a dedo por la Administración pasa a tener poderes absolutos en la gestión de los mismos.

En cuanto al primer punto defienden que ha de abrirse un proceso de diálogo sosegado y profundo con la comunidad educativa y que ese proceso, sencillamente, no se está produciendo. En cuanto al segundo punto, afirman que lo que el anteproyecto denomina “autonomía de centros” (…) no es sino la eliminación de su funcionamiento democrático. El consejo escolar queda relegado a funciones meramente consultivas, mientras que las decisorias pasan a ser competencia exclusiva de la dirección y que además, dicha dirección pasa a tener poder absoluto en la toma de decisiones pedagógicamente relevantes , así como en “la gestión de personal y económica de los centros”.

 

Por lo tanto, los argumentos que presenta el gobierno serían <+consensuada, + abierta> y <+consensuada, + sincera>, mientras que el contraargumento de los oponentes sería <-consensuada, + antidemocrática>.

 

Tras concentrar las distintas voces en torno a la sensacionalista LOMCE y obtener una perspectiva panorámica, solo queda esperar, esperar y observar si su puesta en práctica se orienta hacia una dirección u otra.

 

 

Desiré Jareño Albert

 

El acto de jauja

28/06/2013

Si en lingüística la unidad mínima de comunicación es el acto de habla, en política la unidad mínima del acto electoral es la promesa. Cuando queremos comunicar algo, lo hacemos siempre con una intención determinada, porque cuando hablamos, como si de un regalo se tratase, la intención es lo que cuenta. Pero, que comunicar sea regalar, no implica que el regalo sea bueno. Al contrario, cuando emitimos un enunciado (es decir, cuando decimos algo) la intención es las veces algo así como un papel estampado, bonito sí, aunque envuelva el peor de los presentes. Así son algunos actos de habla, engañosos; ya que talmente nos sentimos al desenvolverlos, engañados. Volvamos a la política, y recordemos uno de los regalos que mejor lucían bajo el árbol durante la campaña electoral:

 

(1)    Cuando gobierne, bajará el paro

(http://www.elmundo.es/elmundo/2010/01/09/espana/1263058354.html)

 

Si vamos a la lengua, hemos de hablar de una división (idea de los filósofos del lenguaje Austin y Searle) por la que todo enunciado contiene a su vez tres actos menores. A saber, el mensaje (acto locutivo), la intención (que sería la fuerza, el acto ilocutivo) y el efecto en el oyente (acto perlocutivo). Dicho de otra forma, qué se dice, por qué y para qué. Ilustrémoslo:

 

qué acto locutivo por qué acto ilocutivo para qué acto perlocutivo
Bajaremos el desempleo Promesa Conseguir votos

 

Así pues, cuando Rajoy decía:

 

(2)    Nos vamos a oponer a cualquier subida de impuestos

(http://economia.elpais.com/economia/2012/04/27/actualidad/1335554823_812126.html)

 

nos encontramos con un enunciado en el que lo que se dice sería no subiremos los impuestos; al tiempo que aquello que se pretende es persuadir al posible votante. ¿Qué es lo que motiva, entonces, el uso concreto de ese enunciado, el porqué se dice x de x manera y no de otra? La idea de Searle es que no hay una correspondencia entre la intención con que decimos algo y la forma con que lo expresamos. De ahí que (2), en su sentido más neutro, se pueda interpretar simplemente como la transmisión verbal de un hecho, el de que nos opondremos a cualquier subida de impuestos. Pero, ¿qué piensa cualquier ciudadano cuando escucha estas palabras en boca de un líder político durante la campaña electoral? Evidentemente, en ese contexto, lo que el oyente percibe es una promesa, y no una simple información. Ahora bien, si el hablante da pie a dos posibles lecturas, la del decir algo y la del prometerlo, ¿cómo solventamos esa ambigüedad? Es decir, ¿cómo entiendo yo que esto es una promesa si en ningún momento se usa el verbo prometer?

 

(3)    Cuando gobernemos crecerá el empleo. Crearemos tres millones y medio de empleos

(http://diariodepontevedra.galiciae.com/nova/247420-rajoy-dice-saber-hace-avala-previsiones-mantendra-actual-gobierno)

 

¿Prometemos crear empleo, o sólo lo decimos? Al no haber un verbo explícito, con el que reconocer si la intención original del hablante era afirmar o prometer, estamos ante una forma lingüística explícitamente ambigua. Aún con todo, si tenemos en cuenta el contexto en el que es dicho, parece que la balanza se inclina más a interpretarlo como un compromiso.

 

(4)    Yo no voy a subir los impuestos, no

(http://www.elplural.com/2011/12/31/las-mentiras-de-rajoy-sobre-los-impuestos/)

 

Como vemos, estos actos de habla tienen un claro carácter de promesa electoral, y no el de una simple afirmación. Ello se debe a que toda promesa está orientada hacia el futuro, por lo que el uso de estas formas (crecerá, no voy a) carga lo que se dice de una intención de llevarlo a cabo. El problema está en que los políticos se sirven de enunciados en los que esta fuerza compromisiva se, –digamos– difumina; y echamos en falta la rotundidad de decir prometo que o me comprometo a. Al hablar en futuro se combinan dos matices, el decir algo y el pretender hacerlo; de suerte que, si las cosas no salen como se esperaba, siempre podrá uno aferrarse a lo que se dijo, y no a lo que se prometió:

 

 

 

Se produce entonces un conflicto de intereses, ya que, frente la lectura convencional del electorado, el político siempre podrá dar a entender que su enunciado, en el momento en que lo dijo, no era una promesa. En cualquier caso, sabemos como votantes que el incumplimiento de una promesa electoral es algo reprochable; pero para quien la incumple siempre es más fácil justificarse si lingüísticamente no se comprometió en el pasado:

 

(5)    Dije que bajaría impuestos, y los estoy subiendo. No he cambiado de criterio ni he renunciado a bajarlos en cuanto sea posible, pero las circunstancias obligan

(http://www.rtve.es/alacarta/videos/noticias-24-horas/rajoy-dije-bajaria-impuestos-estoy-subiendo/1460565/)

 

O sea, que, aunque se ha incumplido el programa electoral, siempre es más suave decir dije que bajaría los impuestos, y no lo he hecho que no prometí que bajaría los impuestos, y no lo he hecho. Con la primera opción se está recalcando que un ejemplo como (5) fue una afirmación, mientras que la segunda evidenciaría lo comprometedor de (5) cuando se enunció, que es tal y como el oyente (votante en potencia) lo entendió. Retóricamente, se reformula lo dicho como la elección de una doble posibilidad que ya estaba abierta:

 

 

 

 

Ocurre lo mismo en un ejemplo como:

 

(6)    Ya dijimos que iba a ser un año muy duro para el empleo

(http://www.euribor.com.es/2012/11/05/montoro-subraya-que-el-mes-de-octubre-tradicionalmente-es-malo-para-empleo/)

 

Si lo comparamos con (3), cuando gobernemos, crecerá el empleo, advertimos la transformación de una promesa (o así lo creíamos), en una afirmación de lo contrario (año duro para el empleo):

 

 

 

De nuevo, llama la atención cómo lo que parecían compromisos, enunciados en futuro, devienen cosas dichas, en pasado. O lo que es lo mismo, si antes dije más empleo, ahora afirmo que ya dijimos menos empleo. Donde dije digo, prometía; donde dije prometo, digo Diego. Veamos otro caso:

 

(7)    No voy a hacer el copago.

(http://escolar.net/MT/archives/2012/04/rajoy-noviembre-de-2011-no-voy-a-hacer-el-copago.html)

(8)    nosotros dijimos que –esta opción [el copago]– no la íbamos a utilizar salvo ‘imperativos legales’

(http://www.heraldo.es/noticias/aragon/2012/03/15/aragon_deja_centimo_sanitario_quot_recamara_quot_180264_300.html)

 

Una vez más, el esquema se repite:

 

 

 

 

Asistimos a una estrategia discursiva tan recurrente como provechosa, puesto que no sólo se justifican declaraciones que eran intencionadamente ambiguas, sino que incluso se llega a reelaborar auténticas promesas. Un acto de habla como (9), compromisivo como la copa de un pino:

 

(9)     Yo garantizo que con otras políticas saldremos adelante.

(http://www.lavozlibre.com/noticias/ampliar/304564/rajoy-yo-garantizo-que-con-otras-politicas-saldremos-adelante)

 

dista mucho de:

 

(10)  Ya dijimos que las cosas irían mal.

(http://www.diariovasco.com/20120929/mas-actualidad/politica/rajoy-dijimos-cosas-irian-201209291623.html)

 

Estos dos enunciados no comparten ni el momento ni el discurso en que fueron dichos, pero ambos tienen en común que han salido de la boca de la misma persona. Si atendemos a un ejemplo como (9), suponemos que un verbo como garantizar posee un valor casi sinonímico al de prometer, por lo que estaríamos presenciando lo que es casi una excepción (visto lo visto) en el discurso político: un enunciado sin ambigüedad. Lo interesante es que hasta una declaración como (9), que, por el verbo del que se sirve (garantizar = prometer), debería tratarse necesariamente de una promesa, responde, sin embargo, a la misma reformulación que en los demás casos:

 

 

 

 

Reformulación que, en principio, ni siquiera debería ser factible.

En conclusión, parece que, con el uso de ciertas formas (como, en nuestro análisis, el futuro o el verbo decir), la retórica de los políticos intenta adelantarse a los posibles daños que posteriormente pueda sufrir su credibilidad; porque dar a entender que algo no fue una promesa exime de responsabilidad a quien la ha incumplido. Tengamos esto presente ya que, de lo contrario, acabaremos relacionando toda una morfología propia del compromiso con la de la indeterminación; lo cual podría traducirse en que el ciudadano, intuitivamente, ya no pueda depositar ninguna confianza en una clase política que, en apariencia sólo, se compromete verbalmente –y nada más–.

 

 

Adrià Pardo Llibrer

Videoblog:

http://www.youtube.com/watch?v=x2cvSArPUB8&feature=player_detailpage

mercantilización (ii)

Martina

Videoblog:

Ángela Martínez Fernández

Basta con observar nuestra realidad con un mínimo de curiosidad para darse cuenta de que una de las tantas consecuencias de las crisis es el salto a la arena de ciertos conflictos sociales que, a menudo, generan verdaderas contiendas lingüísticas. Aunque sea lingüístico, estamos hablando de un verdadero combate, así que se hacen necesarios dos bandos confrontados que, además, estén armados de pies a cabeza. Uno de los bandos nace del malestar social habitual en época de crisis, manifiesto en la desconfianza hacia aquellos a quienes se suele culpar de la situación y en el sentimiento de colectividad por parte de los que la padecen. Ante este panorama, la sociedad molesta se arma de grupos y de movimientos sociales. Por supuesto, la reacción de los señalados como culpables había de llegar. Este es el otro bando, el que empuña como principal arma la Retórica. La selección de un arma como esta ya nos da cuenta de los objetivos: la persuasión. La pregunta es: ¿persuadir de qué?

 

Este panorama de conflicto lingüístico que acabamos de exponer sintetiza una de las situaciones que vivimos hoy como consecuencia de la actual crisis. En esta entrada, expondremos el caso de la PAH (Plataforma de Afectados por la Hipoteca) y, concretamente, trataremos el ya celebérrimo fenómeno del escrache, por ser la principal diana de todas las flechas retóricas de los adversarios. El objetivo que perseguimos es observar los argumentos que se emplean contra este fenómeno con el fin de convencer de que no puede concebirse en una sociedad democrática como la nuestra.

 

Uno de los argumentos fundamentales que se dirigen contra el escrache es aquel que pone de relieve su carácter violento. Rafael Hernando, portavoz popular en el Congreso, lo formula perfectamente: “un escrache es acoso y los acosos son violentos” http://www.elmundo.es/elmundo/2013/05/01/espana/1367405157.html.

Hernando elabora el argumento basándose en una deducción lógica que nos lleva a la conclusión implícita de que el escrache es violento:

 

a) un escrache es acoso

b) los acosos son violentos

Por tanto: c) el escrache es violento.

 

Sin embargo, para llegar a una conclusión a partir de una deducción, es necesario dar por verdaderas todas las premisas. Fundéu define los escraches como “manifestaciones que se convocan frente al domicilio o lugar de trabajo de personajes públicos para reprobar su comportamiento en determinados asuntos políticos o sociales”. Si nos atenemos a la definición, el rasgo [+acoso] no parece ser propio del concepto escrache, por lo que la premisa de la que partía el portavoz –“un escrache es acoso”–, en principio, no puede ser considerada como verdadera. De esta forma, la conclusión a la que se llega no es válida lingüísticamente; la violencia no forma parte de la definición léxica del término escrache.

 

El SUP (Sindicato Unificado de Policía) parece estar de acuerdo: “en un escrache, seguimiento o manifestación pacífica, puede haber o no coacciones, amenazas o acoso” (http://www.elperiodico.com/es/noticias/sociedad/policia-pide-los-agentes-que-usen-palabra-escrache-2370749). Precisamente por esto, no deja de ser llamativo el hecho de que la policía haya ordenado que  se deje de emplear el término escrache:

 

En todas las comunicaciones, escritos y diligencias en las que se notifique que se han producido acosos, amenazas y coacciones a representantes políticos, dejará de utilizarse el término ‘escrache’. (http://www.elperiodico.com/es/noticias/sociedad/policia-pide-los-agentes-que-usen-palabra-escrache-2370749).

 

El objetivo es que este término sea sustituido por “la acepción castellana correspondiente”. La propia policía propone acepciones como “acoso, amenazas o coacciones”. Resulta algo paradójico, porque escrache y acoso no son sinónimos. Emplear, como sustituto de escrache, el término acoso supone añadir a la realidad una carga significativa muy distinta.

 

En cualquier caso, atribuirle esa carga semántica de violencia al término escrache es una tendencia generalizada. De hecho, algunos incluso dan un paso más y lo utilizan como premisa presupuesta para elaborar su argumento. En palabras de Cospedal:

 

Los acosos, la violencia física y verbal, los ataques a las personas, a sus familias, a sus viviendas; eso no refleja más que un espíritu totalitario y sectario, y eso es lo más contrario que hay a la democracia.

(http://videos.lavanguardia.com/20130413/54372355085/cospedal-califica-los-escraches-de-nazismo-puro.html)

 

Cospedal, en estas declaraciones, acepta como presupuesto que el escrache es violento y lo toma como premisa. Esta, junto a la premisa implícita de que la violencia es totalitarismo, nos permite llegar a la conclusión final de que el escrache es totalitario y, por tanto, antidemocrático. El problema es que, en Retórica, verdad es únicamente aquello que no se discute y, como se ha comentado anteriormente, que escrache signifique violencia es discutible, al menos desde el punto de vista lingüístico.

 

Eva Durán también ha apelado al carácter antidemocrático del “traslado de las protestas a la puertas de las casas de diputados”: “no se puede hacer, estamos en un Estado de derecho democrático”

(http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/04/05/madrid/1365164740_566932.html)

 

Esta premisa nos lleva a la conclusión implícita de que el escrache no es entendido como un fenómeno democrático. Sin embargo, dar por cierta la premisa supone pasar por alto que las manifestaciones ante domicilios privados están reconocidas por el derecho internacional. La propia Amnistía Internacional, ante las críticas realizadas contra el escrache, explicaba lo siguiente: “la protesta social, sea en la forma que sea y siempre que se lleve a cabo de forma pacífica, es un derecho inalienable”

(http://www.es.amnesty.org/noticias/noticias/articulo/ai-pide-que-cese-la-estigmatizacion-contra-miembros-y-simpatizantes-de-la-pah/).

De esta forma, parafraseando a Durán, lo que podemos concluir es que precisamente el hecho de estar en un Estado de derecho democrático es lo que permite las protestas ante las casas de diputados.

 

En los discursos políticos, otro de los argumentos más recurridos es el emotivo. En el caso del escrache, se nos recuerda que en las casas de los diputados hay menores. Así lo hace Sáenz de Santamaría: “este tipo de protestas afectan especialmente a gente del núcleo familiar que no está en esto”, “ellos no pueden protegerse por sí solos” http://www.elmundo.es/elmundo/2013/04/19/espana/1366380573.html.

 

La vicepresidenta elabora su argumento sobre la base de un topos aceptado por todos: los niños son personas desprotegidas e indefensas. El principal inconveniente es que los niños desahuciados también cumplen con este topos y, sin embargo, de momento, su situación no ha sido remediada. Es decir: existe una contradicción entre la crítica de Santamaría hacia los escraches y lo que su Gobierno pone, o mejor dicho, no pone en práctica. Además, la vicepresidenta utiliza su argumento para concluir que “cuando uno se salta las normas está fuera de ese sistema de derechos y libertades que nos hemos dado”. Para llegar a esta conclusión, se recurre de nuevo a un topos: los niños son intocables. De esta forma, actuar de modo que los niños salgan perjudicados supone saltarse las normas y, por tanto, estar fuera del sistema democrático o, lo que es lo mismo, ser antidemocrático. No obstante, que los escraches puedan perturbar la tranquilidad de unos menores, en principio, no garantiza que estemos ante un fenómeno antidemocrático. En cualquier caso, la veracidad de la conclusión no parece importar demasiado cuando aquello a lo que se apela con el argumento emotivo es a un sistema de creencias y valores que juzgue la consideración como legítima.

 

El último argumento destacable contra el escrache es aquel que se funda sobre la base de la ley. El día 12 de abril, uno de los titulares de 20 minutos decía lo siguiente: “Cifuentes, ante la polémica: ‘no se sanciona por hacer escraches, sino por incumplir las leyes’”. En el artículo (http://www.20minutos.es/noticia/1785345/0/cristina-cifuentes/escraches/sanciones-expedientes/), la delegada argumenta que los escraches incumplen la ley que obliga a los ciudadanos a comunicar cualquier tipo de manifestación y que es este el motivo de las sanciones que se están interponiendo a los participantes. La premisa de la que se parte en este caso es verdadera, por lo que, en este sentido, podemos concluir la ilegalidad de los escraches no comunicados. Resulta algo contradictorio, sin embargo, que se sancione por el incumplimiento de las obligaciones del ciudadano pero no se sopese sancionar el incumplimiento de las leyes que recogen sus derechos, como el derecho a una vivienda digna, recogido en el artículo 47 de la Constitución Española.

 

A estas alturas, es evidente la posición con respecto al escrache, al menos, de aquellos políticos cuyos argumentos hemos tratado. Aun así, unas últimas aclaraciones, por si queda algún despistado: el fin último es sobrevivir en la arena (y, con un poco de suerte, convertirse en leyenda). Pero la batalla se ha trasladado al terreno de la Retórica, con el fin de intentar persuadir de la ilegitimidad del fenómeno escrache. Las armas empleadas son argumentos que permitan construir un buen relato, una historia creíble y convincente sobre la realidad que vivimos. Lo que no saben es que trasladar la batalla al terreno de la Retórica nos concede la fastuosa posibilidad de discutir y, por tanto, de impedir que su relato, esa única realidad posible, se convierta en la verdad.

Estefanía Mestre

Videoblog.

http://youtu.be/A_cXD_cfXxM

Martina Pérez

La reforma laboral que se ha llevado a cabo en nuestro país para mejorar la situación de déficit económico que sufre España desde 2008 se ve reflejada en la prensa, donde se ha dejado patente que ha dividido a la sociedad entre sus partidarios y sus oponentes. En el siguiente estudio se mostrará qué tipos de argumentos se utilizan para hablar tanto a favor como en contra de dicha legislación, y de qué manera los elementos que se emplean  en ambas argumentaciones están relacionados, pero de un modo opuesto. Para ello hay que tener en cuenta la teoría del lingüista Oswald Ducrot, según el cual pueden existir dos expresiones que ofrezcan la misma información pero, no obstante, posean una orientación argumentativa distinta. Y añade que dicha función está vinculada a la estructura de las palabras, las cuales pueden tener mayor o menor peso (fuerza argumentativa) para llegar a una conclusión determinada.

El argumento más recurrente en la prensa española para hablar sobre la reforma laboral, tanto a favor como en contra, es el tema del despido. Esto se debe a que beneficiaría –si se evitara– o, perjudicaría –si aumentara– a una gran parte de la sociedad. Debido a ello posee una gran fuerza argumentativa. En los diarios en que se aboga a favor de las reformas llevadas a cabo por el gobierno se destaca la disminución de los despidos ya que: “la Reforma[sic] propiciará la contratación” ( elEconomista.es). De modo que en este caso se obtiene el siguiente esquema:

< + reforma, +contratación>.

Por el contrario, en los diarios en los que se manifiesta una oposición a dichas reformas, se apela a que esta legislación “[…] producirá un despido más barato” (Expansión) o,: “Aumentan los ERE porque la ley ofrece más facilidades”( El País). A partir de estos dos enunciados el esquema quedaría del siguiente modo:

<+ reforma,+ despidos>à <+reforma,-contratación>

Así las cosas, era de esperar que los argumentos que se utilizan a favor de dicha reforma aporten consecuencias favorables, mientras que los contrarios ofrezcan repercusiones negativas. Sin embargo, si se unen los esquemas extraídos de ambas argumentaciones se obtienen argumentos con una orientación argumentativa opuesta. De esta manera el esquema que resultaría sería el siguiente:

<+reforma,+ contratación>/<+reforma,-contratación>

Sin embargo, no son los únicos argumentos con una orientación argumentativa opuesta que se extraen a partir de los artículos escritos sobre la reforma laboral. A pesar de que el tema del despido es el más recurrente, existen otros elementos que también se han empleado para analizar las consecuencias de la reforma laboral, como son la pobreza y la situación de la mujer. Aparecen con menor frecuencia debido a su carácter más particular, ya que se trata de subargumentos que están comprendidos dentro del tema del despido. No obstante, apelan a la emotividad del lector, hecho que constituye un punto a favor de los mismos.

  1. Por lo que se refiere al tema de la pobreza, escogido como argumento empleado a favor, se lee que: “Los ministros de Empleo de la UE discutirán este viernes las reformas que cada país espera poner en marcha […] para evitar que más ciudadanos caigan en riesgo de exclusión y pobreza.[…]España es el país de la Unión Europea donde más aumentó el riesgo[de pobreza] entre 2009 y 2010 debido a la crisis económica ” (La Gaceta). De  manera que:

< + reforma, -pobreza>.

En cambio, como argumento utilizado en contra se extrae que: […]El efecto de todo ello[de las reformas tomadas] será muy profundo y de largo alcance[…] La última consecuencia será aumentar la pobreza y la desigualdad.” .(El País) Por lo que:

<+ reforma,+ pobreza>

De nuevo en este caso se obtiene como resultado esquemas opuestos argumentalmente:

< + reforma, -pobreza >/<+ reforma,+ pobreza>

2.   En cuanto a los diarios que apelan a la situación del sector femenino en el mercado laboral se detecta que los diarios partidarios de las reformas  resaltan las mejoras que obtendrán las mujeres, ya que: “la Reforma Laboral [sic], contemplará nuevos incentivos para la contratación de mujeres en general y de mujeres jóvenes”. (El imparcial)

< + reforma, + contratación de mujeres>

Por otra parte, como argumento contrario resaltan que: “Muchos serán los afectados por la nueva reforma laboral aprobada […], pero especialmente las mujeres.[…] tendrá como consecuencia expulsarlas del mercado laboral..(Público.es). Por lo que:

<+ reforma, – contratación de mujeres>

Si se unen los dos esquemas que resultan a partir de estos argumentos también ofrecen como resultado argumentos con una orientación argumentativa opuesta:

< + reforma, + contratación de mujeres>/ <+ reforma, – contratación de mujeres>

De este modo se observa que ambas partes recurren a los mismos elementos para sus argumentos, pero les otorgan orientaciones argumentativas opuestas. Por lo que, a pesar de que  Aristóteles ya nos advertía de que: “no se puede ser y no ser algo al mismo tiempo y bajo la misma forma”, bajo el prisma de la retórica observamos todo lo contrario. No sabemos si esto sólo ocurre en momentos difíciles, pero lo que sí sabemos es que no se trata de ser o no ser; sino de qué forma es la más apropiada en cada contexto para conducir a una conclusión concreta. Debido a ello lo sorprendente del caso es contemplar con qué sutileza se emplean los mecanismos retóricos, en los que tan solo es necesario invertir el contenido de una palabra para significar lo contrario o buscar un elemento más convincente en una situación concreta. Ello nos demuestra que el universo de las palabras no acaba con lo que se ve escrito, sino que subyace una dimensión oculta bajo ellas que es la responsable de la orientación argumentativa que poseen. Esta dimensión se hace patente en tiempos de incertidumbre como el actual. Tal vez la crisis económica nos sirva para tener conciencia de que no lo que resulta más creíble deba ser lo verdadero…

Cristina Aguado Robles

Si acudimos a cualquier periódico, observaremos que el tema de la crisis arrastra una serie de nociones, ideas y acciones propias y especiales  de esta mala situación económica. Entre ellas encontraremos  la del tijeretazo, recorte o ajuste que se está aplicando en varios ámbitos: educación, sanidad… Pero, ¿qué se quiere decir realmente cuando hablamos de tijeretazo, recorte o ajuste? ¿Se emplean como sinónimos o su relación va más allá de una relación de sinonimia? Esta pregunta la intentaremos contestar a lo largo de este artículo.

En el DRAE se  define tijeretazo como: Corte hecho de un golpe con las tijeras. No obstante, con la crisis económica de 1984, el término adquirió un nuevo sentido que permite que haga referencia a los recortes presupuestarios: se acudió a una experiencia material conocida para dar nombre a un acontecimiento abstracto; es decir, con este nuevo sentido, tijeretazo pasó, en ese contexto, a ser una metáfora ontológica a la que se ha recurrido cuando ha habido una crisis (Lakoff):

Italia está empezando a subir una dura cuesta de su recuperación económica, pero se trata de una operación que acabará abortando si no se obtiene una estabilidad monetaria  a través de un drástico tijeretazo al gasto público […]” EL PAÍS 02/04/1984.

En este caso, tijeretazo está reforzado por un adjetivo que le otorga  connotaciones más negativas, pues todavía no se encuentran en sus rasgos semánticos, de modo que se hace obligatoria la inclusión del modificador para dotarlo de más fuerza que al otro término que se puede utilizar para hacer la misma referencia, recortes (ver la entrada referente a recortes). En 1995, se utiliza tijeretazo:

[…]Una parte puede salir del pago de los intereses de la deuda y otra del recorte de subvenciones a empresas públicas. Pero el resto, de un ‘tijeretazo’ a las prestaciones sociales.”(El mundo, 15/12/1995)

Sin embargo, todavía no está marcado por una carga tan negativa, pues en esa división en tres secciones que se hace del pago de una deuda, hay una clara equiparación entre la parte que se recogerá gracias a unos “recortes” y la recogida gracias al “‘tijeretazo’”. En la actualidad, un aumento en la frecuencia de su uso, ha creado bajo la palabra tijeretazo el topos gradual (Anscombre y Ducrot) ‘cuanto más crisis, más tijeretazo’: “Tijeretazo en plena crisis” (ABC 5/4/2012); “La consejera afirma que la crisis obliga al ‘tijeretazo’” (El País 15/2/2012). Además,  pasa a estar claramente marcado con un valor negativo superior al que le otorgamos al término recortes; por tanto, ha habido una reducción en su extensión porque se ha añadido un rasgo extra, por lo que no va a poder hacer referencia a todos los recortes, sino a aquellos cuantitativamente más grandes o peor considerados, dejando de esta forma el terreno más acotado:   “Alarte plantea recortar 587 millones sin tijeretazo y sin gravar la gasolina” (El País 20/1/2012) “El Consell contempla más recortes tras el tijeretazo de Año Nuevo” (El País  3/1/2012) “Olano pide ‘prudencia’ para valorar el impacto de los recortes del ‘tijeretazo’” (El Mundo 1/6/2010). Con estos ejemplos podemos observar que el recorte no implica el tijeretazo “[…] recortar […] sin tijeretazo […]” pero tijeretazo sí que implica el recorte, es decir, es un término que arrastra a los que están por debajo en su escala:“[…] recortes tras el tijeretazo […]” o “[…] recortes del tijeretazo”. Incluso podríamos incluir otro elemento: ajustes.

El hecho de haber recurrido a un análisis de los usos en los que aparece este término, para después compararlos con aquellos en los que se utilizan recortes y ajustes, nos permiten concluir que la ordenación escalar actual de los tres términos es la siguiente:

Tijeretazo————————- recorte————————— ajuste

+                                                                                         –

Si establecemos que tijeretazo es más fuerte que recortes, con este ejemplo podremos determinar que ajustes es más débil que recorte: “Cospedal contesta: «No hay recorte, es ajuste para salvar servicios sociales»( El País 1/1/2012), o “La Junta insiste en que no hay recortes, sino ajustes por culpa del Gobierno”( El Mundo 29/9/2011).

Para completar estas ideas, podemos fijarnos en los elementos que introducen estos conceptos y notaremos que las preposiciones y las conjunciones, tanto sin como tras, del o sino tienen gran importancia a la hora de situar a los tres elementos en orden: “Alarte plantea recortar 587 millones sin tijeretazo y sin gravar la gasolina” (El País 20/1/2012), se excluye el tijeretazo pero sí se deja el recorte lo que implica que este es más débil: ‘no hay tijeretazo pero sí recortes’. En “El Consell contempla más recortes tras el tijeretazo de Año Nuevo”(El País 3/1/2012)  se dice que ‘el recorte será más suave después del tijeretazo que se ha aplicado’.  En “Olano pide ‘prudencia’ para valorar el impacto de los recortes del ‘tijeretazo’” se incluye el recorte en el tijeretazo, es decir, ‘que haya habido un tijeretazo implica también que el recorte se ha dado. “La Junta insiste en que no hay recortes, sino ajustes por culpa del Gobierno” en el elemento negativo es el recorte y el positivo el ajuste.

En definitiva, la extensión de significado que ha sufrido el término tijeretazo ha posibilitado que se encuentre en la parte superior de una escala en la que los elementos se organizan según su nivel de negatividad.

Rosa Romero-Nieva Mahiques

En la prensa actual es muy frecuente encontrar afirmaciones como esta: El Tesoro Público es el mayor emisor español y en 2012 se enfrenta al reto de refinanciar alrededor de 130.000 millones de euros (Expansión). También leemos que (…) el principal reto, sobre el que los mercados financieros están sumamente expectantes y vigilantes, es el cumplimiento del déficit público compro metido ante Bruselas del 5,3% del PIB (Expansión). Muchas veces los periodistas  consideran que (…)el mayor reto son los cinco millones de parados, recuperar el empleo y que la confianza en España vuelva a los mercados (Expansión). Además se habla de los grandes retos presupuestarios y los retos fiscales. En el contexto de la crisis a nosotros, los ciudadanos, todas estas cuestiones pueden parecernos más problemas que retos. No obstante, los periódicos claramente optan por el segundo término.

Entonces, ¿son reto y problema sinónimos?, ¿podemos utilizarlos indistintamente? Como ayuda nos puede servir la definición del DRAE, según la cual problema es proposición o dificultad de solución dudosa, mientras que por reto se entiende objetivo o empeño difícil de llevar a cabo, y que constituye por ello un estímulo y un desafío para quien lo afronta. Vemos que no se trata de conceptos equivalentes. Si estudiamos las posibilidades combinatorias de ambos términos y las connotaciones que conllevan, nos damos cuenta de que son distintas.

Con muchísima frecuencia los medios de comunicación hacen hincapié en la necesidad de solucionar/resolver los problemas. No obstante, resulta imposible  hacer lo mismo con los retos. Podemos leer que Las medidas adoptadas por el Gobierno en el Consejo de Ministros de ayer anuncian una importante reforma integral del sistema eléctrico español, cuyo principal objetivo es solucionar el problema del déficit de tarifa (Expansión). También se nos informa de que Pocas veces el presupuesto español ha suscitado tanta expectativa como en el actual ejercicio, condicionado (…) por el planteamiento hecho desde las instituciones europeas para resolver dicho problema (CincoDías). En estos casos la sustitución de problema por reto no es factible, porque esté termino no se combina con los verbos solucionar ni resolver. En el siguiente ejemplo: El Congreso ha convalidado el decreto ley que trata de atenuar los problemas de desahucios e impagos hipotecarios (CincoDías), vemos que se puede atenuar problemas, pero no retos y que además no es normal hablar de los retos de desahucio. De la misma forma existen problemas estructurales, de liquidez y de deuda soberana, mientras que se considera imposible aplicar estas expresiones a retos. Una vez analizados los ejemplos, resulta que las posibilidades combinatorias de reto son más restringidas que las de problema por lo cual, en muchos contextos, dichos términos no pueden alternarse.

Junto a esta diferencia podemos observar otra, relacionada con las connotaciones que evoca cada uno de estos conceptos. Según la teoría de la argumentación de Ansombre y Ducrot, la significación de una palabra es un haz de topoi, es decir, un haz de principios generales compartidos por una colectividad que permiten realizar las inferencias pertinentes para pasar de un enunciado a otro. Para entender el significado de un término es preciso examinar los topoi que tiene. Nuestra intuición lingüística nos indica que existen topoi que podemos relacionar con la palabra problema, pero no con la palabra reto y al revés. ¿Es cierto? Observemos algunos ejemplos.

En el caso de la frase Es normal con la de problemas que hay, y si no que se lo digan a nuestro país que está viviendo un calvario, pero no menospreciemos nunca el tremendo poder de la liquidez inyectada por los bancos centrales (CincoDías), vemos que los topoi que incluye problema pueden ser preocupación, disgusto, aflicción, etc. En este contexto la utilización de reto es imposible, lo que nos hace ver que dentro del haz de topoi de reto no aparecerán los conceptos propios de problema. De la misma forma, refiriéndonos a los problemas de los manifestantes con la policía hablamos de los  conflictos entre ambos y los posibles casos de violencia. Igualmente, hablando de niños con problemas pensamos en el grupo concreto de niños enfermos o con alguna discapacidad. La utilización de reto en los dos casos no sería adecuada. Así, se puede decir que problema está orientado hacia la dificultad, implica preocupaciones y disgustos.

Como nos han mostrado los ejemplos anteriores, la orientación de reto no puede ser la misma. En la afirmación Ana Clara Belío, especialista en Derecho de familia y laboral, asumió el reto de ser una de las pocas socias directoras que existen en el sector de la abogacía (CincoDías), nuestra intuición lingüística no indica que en este caso no podemos hablar de problema. Se cree que ocupar un puesto importante puede ser difícil, pero a la vez motiva a desarrollarse, contribuye al enriquecimiento personal  y se relaciona con una gran satisfacción; justamente estos son los topoi asociados a reto. De esta manera, se puede considerar que mientras que problema está orientado hacia dificultad, la orientación de reto va encaminada hacia estímulo. Se trata por lo tanto de una diferencia retórica de orientación.

Una vez encontrada la diferencia fundamental entre ambos términos, podemos volver a los primeros ejemplos presentados. Resulta que la aparición de reto, allí donde según nosotros podría hablarse de problema, es una elección retórica del periodista. Se podría considerar que con el cambio de término cambia la forma de ver el asunto. Hablando del reto del cumplimiento del déficit público, de los cinco millones de parados, de la necesidad de recuperar el empleo etc. se orienta la cuestión hacia el estímulo, se ve como una posibilidad de desarrollo y de conseguir objetivos nuevos. Si en vez de la palabra reto hubiera aparecido la palabra problema, lo que llamaría la atención sería la gran dificultad del asunto.

Siguiendo esta idea, parece que todos a los que se les ha reducido el sueldo deberían dejar de verlo como un problema y orientar esta experiencia hacia el estímulo, considerándola simplemente un reto. No obstante, ¿no sería mejor ser conscientes del poder de la retórica y a la vez, ante los múltiples problemas que nos vienen de fuera, intentar buscar los verdaderos retos en nuestra vida?

Karolina  Zygmunt