Pasemos a la «acción»
13/06/2012
En esta época en la que los medios de comunicación son instrumento de expansión y cambio de significado, se puede encontrar en diferentes ámbitos vocablos utilizados con un valores determinados por los contextos de uso con los que se identifica. El caso que nos ocupa es especialmente interesante, porque se trata de una palabra con un significado muy amplio: acción.
El DRAE define acción como: “Ejercicio de la posibilidad de hacer”; aparte de esta aparecen doce acepciones más. Sin embargo, en ninguna de ellas se hace referencia a un sentido de origen relativamente reciente, probablemente nacido en País Vasco, aventuramos que como resultado de una interferencia lingüística. Así, se encuentra el término acción en los periódicos vascos como sinónimo de «atentado», tal vez como consecuencia de una traducción del vocablo euskaldún ekintza, usado en contextos relacionados con el terrorismo. Véase el siguiente ejemplo: “La acción de hoy se ha producido casi seis meses después de que ETA anunciara el fin de la tregua declarada en marzo de 2006 y rota de facto en Barajas” (Diario Vasco 01/12/20007).
A partir de este valor, se crea una segunda polisemia, en la que el nivel de gravedad de los hechos narrados desciende. Obviamente no es lo mismo hablar de un atentado que de una situación de violencia callejera: “Ese día la Policía vasca llevó a cabo una operación policial en la Margen Izquierda contra un grupo acusado de practicar la kale borroka, que presuntamente había cometido acciones violentas durante los últimos meses” (Diario Vasco 13/08/2008); “La primera acción violenta ha ocurrido a las 00:30 horas en la estación de la compañía ferroviaria pública vasca Eusko Tren […]” (Diario Vasco 25/10/2008).
En estos casos, junto a acción aparece el adjetivo violento. Así pues, el término acción equivaldría a “protesta violenta” o a “protestas de violencia callejera” como observamos en este ejemplo:”La violencia callejera se ha cebado esta pasada madrugada con la compañía ferroviaria Euskotren. En ninguna de las dos acciones de violencia callejera se registraron heridos.” (Diario Vasco 25/10/2008). Como se aprecia, ha habido un cambio en el significado, ya que, a diferencia del primer ejemplo que hemos citado, que se refiere al ámbito terrorista, en estos últimos ya no hay víctimas, sino actos violentos en los que se rompen cosas.
En tercer lugar, se documenta una nueva acepción en el vocablo acción, más próxima, esta vez, al sentido de «protesta» que al anteriormente expuesto y, por lo tanto, sin víctimas ni destrozos materiales muy desprovisto del nivel de gravedad observado en nuestro primer caso: “Activistas contra el Tren de Alta Velocidad (TAV) explicaron ayer que con la protesta del domingo que colapsó el tráfico en el centro de San Sebastián pretendían «dar la oportunidad» a la sociedad de «reflexionar y darse cuenta de los graves daños que traería» para Euskadi esta infraestructura ferroviaria. Los opositores a la ‘Y’ vasca comparecieron ayer en Zaldibia para dar cuenta de la acampada realizada en esta localidad y explicar la acción en la capital guipuzcoana”.
En este fragmento aparece protesta y, más adelante, acción. Esta última alude a la protesta del domingo referido que colapsó el tráfico, por lo que se emplea acción como sinónimo de protesta. Por tanto, ya no se trata de una “acción violenta”, sino del acto de protestar, de manifestarse, para hacer reflexionar a la gente sobre los perjuicios que produciría el Tren de Alta Velocidad.
Esta tercera acepción de “acción” se puede encontrar, ya fuera del País Vasco, para referirse a las protestas ante la subida de precios del metro del pasado uno de mayo en Madrid. Como protesta ante esta subida, que ha sido denominada tarifazo, han surgido dos grupos de protestantes: ‘Yo No Pago’ y ‘Toma el Metro’, por lo que los medios de comunicación han aprovechado sus protestas para incluir de nuevo este término, de este modo encontramos: “Se confirman cinco detenidos en la acción #yonopago en Madrid” (Periódico Diagonal 01/02/2012).
También encontramos otro titular semejante: “El Movimiento ‘Yo No pago’ convoca nueva acción en Sol en protesta por la subida del transporte público” (Europa Press 20/04/2012). Esta acción alude a una concentración en la Puerta del Sol, de forma pacífica para manifestarse contra las subidas que según los participantes del grupo “no hacen más que precarizar a la población” (Europa Press 20/04/2012).
Por consiguiente, la palabra acción, que vio modificado su valor semántico con su vinculación al contexto socio-político concreto del País Vasco, se puede emplear hoy en día en otras regiones y en otros contextos, aunque mediante una progresiva disminución en intensidad de sus connotaciones violentas. No es el término, pues, sino el ámbito de uso lo que ha permitido la extensión de la palabra.
Sin embargo, ante estos acontecimientos la presidenta de la Comunidad de Madrid afirma en un comunicado que: “No se van a ir de rositas”, y que “este acto no puede quedar impune, se ha puesto en peligro la vida de los viajeros y se ha cuestionado el servicio de metro, uno de los mejores del mundo” (El País 25/004/2012). A pesar de las declaraciones de Aguirre una portavoz de Metro ha informado en la misma noticia que: “En el momento de la acción ninguno de los trenes estaba circulando sino que estaban parados en las estaciones […] como no estaban en movimiento es posible que muchos viajeros no se hayan ni dado cuenta”. Observemos, por lo tanto, la novedad respecto de las consideraciones anteriores: ahora la palabra acción puede conducir hacia dos percepciones muy distintas, puesto que mientras la presidenta de la comunidad autónoma atribuye a esta acción un nivel de gravedad, la portavoz del metro no otorga ninguna gravedad a los hechos. Este doble sentido está permitido por la polisemia de “acción”, y el hecho de que sea el hablante el que decida emplear el vocablo en el sentido de «protesta violenta», «protesta callejera» o «paralización del metro» indica que ambos sentidos todavía no están fijados (dicho en términos técnicos, que asumen carácter de implicaturas).
De este modo, nos encontramos frente a una formación cronológica de polisemias de la palabra acción, condicionada por la fuerza mediática de la prensa, así como frente a una baraja de posibilidades de uso según el ámbito y el nivel de gravedad que describe. La cuestión es determinar si son posibles nuevas adhesiones polisémicas a esta palabra. A nuestro entender, cabe pensar que el caso puede seguir abierto puesto que, como hemos visto, la transformación del campo semántico de una palabra depende de múltiples factores relacionados con el contexto, con el punto de vista y sobre todo con las necesidades del hablante a la hora de calificar y relacionar unos hechos dentro de su personal escala de valores. No olvidemos, además, que la ambigüedad y la hiperonimia son a veces una forma más de comunicarnos.
Maria Pastor Puig
La enfermedad de la crisis
05/06/2012
En el DRAE se define la palabra contagio como: “Transmisión, por contacto inmediato o mediato de una enfermedad específica”, “Germen conocido o supuesto, de la enfermedad contagiosa”, “enfermedad contagiosa” y, en último lugar: “Transmisión de hábitos, actitudes, simpatías, etc., a consecuencia de influencias de uno u otro orden”. No obstante, en ninguna de estas acepciones encontramos el sentido que ha adquirido, si bien la primera y la última definición podrían aproximarse a este nuevo uso figurado, puesto que en lugar de transmitirse una enfermedad, unos hábitos, unas actitudes y unas simpatías, etc., se extienden los malos datos económicos de un país a otros países. Como prueba de ello, hemos encontrado ejemplos en la prensa nacional española: “Obama y su equipo de asesores temen un contagio de la crisis de la deuda a EEUU…” (El País, 29-11-2011) y, “Los ataques de los mercados han colocado a la economía española en una situación de «vigilancia» por el miedo al contagio” (La Razón, 16-4-2011).
Tras consultar en el CREA de la Real Academia, encontramos ejemplos de este uso en la sección de “Periódicos, Comercio y Finanzas” en 1994. Pongamos por caso, “Este fuerte deterioro del mercado británico es el resultado no sólo del contagio alemán, sino también de sus propias anticipaciones de tipos de interés al alza…” (La Vanguardia, 27-03-1994). Por tanto, esta no es una innovación reciente.
Podemos observar que en esta palabra se ha producido el desarrollo metafórico de crisis como enfermedad. Este es un hecho que no nos tendría que extrañar, puesto que Lakoff y Johnson (1980) demuestran con numerosos ejemplos que el empleo de la metáfora es muy común en el lenguaje cotidiano. Aunque, como vemos, la naturaleza figurada de contagio no es obvia a simple vista y, por esta razón, es difícil darse cuenta de ello.
Además, ha surgido un dominio cognitivo, esto es, un “telón de fondo” sobre el que se proyecta el término contagio. En este caso, encontraríamos a los países que están más enfermos, es decir, los más afectados por la crisis, frente a los menos afectados por esta enfermedad. Dicho de otro modo, tenemos unos enfermos que están infectados y otros que están todavía sanos, porque no se han contagiado por el virus. Así, “ayer los índices neoyorquinos no consiguieron mantenerse inmunes a los acontecimientos en Europa, y se contagiaron de pesimismo, cerraron con caídas que superaron el 1%…” (La Vanguardia, 31-05-2012).
A continuación, veremos cuáles son las zonas activas de la metáfora de crisis como enfermedad: la palabra virus se está empleando en un contexto económico y, de esta manera, se ha producido una extensión de su significado. Por ejemplo, “Se trata de impedir que el virus siga avanzando, y para eso es fundamental que los bancos sean adecuadamente capitalizados…” (El País, 29-11-2011). Si tenemos un virus, tendremos que tener unos infectados por él: “…luego aseguraron que los problemas de Grecia no contagiarían a otros países y ya se han infectado Irlanda, Portugal, Italia, España y parece que pronto se apuntará Bélgica…” (Expansión.com, 14-10-2011). Asimismo, otra zona activa es enfermo, ya que los países son los enfermos que están sufriendo la enfermedad. Como por ejemplo, el siguiente titular: “¿Qué tan enferma está Europa?” (Cnnexpansion.com, 9-5-2012).
Es más, en UVI (Unidad de Vigilancia Intensiva), se está produciendo una ampliación de significado en estas siglas. Por ejemplo, el siguiente titular: “El Ibex ingresa en la UVI” (Cinco días, 20-4-2012). Lo que quiere decir, en este caso, es que la bolsa española está enferma, por lo que necesita vigilancia y cuidados.
También, como zona activa tenemos bisturí, por ejemplo:..”Ha sacado el bisturí en áreas delicadas como las pensiones o derechos de los trabajadores…” (Cinco días.com, 21-02-2012), es decir, este es el instrumento para llevar a cabo la operación al enfermo. Así pues, operación constituye otra zona activa de la metáfora: “España necesita una operación a corazón abierto” (Expansión.com, 26-07-2011). Además de operarse, hay que tomarse las medicinas: “Medicinas europeas para salir de la crisis económica” (El periódico de Extremadura.com, 30-01-2012). Todo esto para encontrar la cura: “…pero la realidad es que la enfermedad tiene cura y es conocida…” (Expansión.com, 18-05-2012).
Si observamos los ejemplos anteriores, podemos afirmar que la crisis es un tipo de enfermedad contagiosa, a pesar de lo cual, para combatirla, se necesita una operación y tomarse las medicinas que nos han recetado.
En definitiva, esta enfermedad tiene una serie de síntomas. Ahora bien, ya los conocemos y, por ello, nos encontramos en pleno tratamiento. Pero, todavía estamos buscando la cura de esta enfermedad que nos golpea. En esta coyuntura se están planteando varios remedios, sobre todo, desde los gobiernos de las naciones. Esperemos que se encuentre la receta mágica para salir sanos y salvos.
Ana María Briones García