En la prensa actual es muy frecuente encontrar afirmaciones como esta: El Tesoro Público es el mayor emisor español y en 2012 se enfrenta al reto de refinanciar alrededor de 130.000 millones de euros (Expansión). También leemos que (…) el principal reto, sobre el que los mercados financieros están sumamente expectantes y vigilantes, es el cumplimiento del déficit público compro metido ante Bruselas del 5,3% del PIB (Expansión). Muchas veces los periodistas  consideran que (…)el mayor reto son los cinco millones de parados, recuperar el empleo y que la confianza en España vuelva a los mercados (Expansión). Además se habla de los grandes retos presupuestarios y los retos fiscales. En el contexto de la crisis a nosotros, los ciudadanos, todas estas cuestiones pueden parecernos más problemas que retos. No obstante, los periódicos claramente optan por el segundo término.

Entonces, ¿son reto y problema sinónimos?, ¿podemos utilizarlos indistintamente? Como ayuda nos puede servir la definición del DRAE, según la cual problema es proposición o dificultad de solución dudosa, mientras que por reto se entiende objetivo o empeño difícil de llevar a cabo, y que constituye por ello un estímulo y un desafío para quien lo afronta. Vemos que no se trata de conceptos equivalentes. Si estudiamos las posibilidades combinatorias de ambos términos y las connotaciones que conllevan, nos damos cuenta de que son distintas.

Con muchísima frecuencia los medios de comunicación hacen hincapié en la necesidad de solucionar/resolver los problemas. No obstante, resulta imposible  hacer lo mismo con los retos. Podemos leer que Las medidas adoptadas por el Gobierno en el Consejo de Ministros de ayer anuncian una importante reforma integral del sistema eléctrico español, cuyo principal objetivo es solucionar el problema del déficit de tarifa (Expansión). También se nos informa de que Pocas veces el presupuesto español ha suscitado tanta expectativa como en el actual ejercicio, condicionado (…) por el planteamiento hecho desde las instituciones europeas para resolver dicho problema (CincoDías). En estos casos la sustitución de problema por reto no es factible, porque esté termino no se combina con los verbos solucionar ni resolver. En el siguiente ejemplo: El Congreso ha convalidado el decreto ley que trata de atenuar los problemas de desahucios e impagos hipotecarios (CincoDías), vemos que se puede atenuar problemas, pero no retos y que además no es normal hablar de los retos de desahucio. De la misma forma existen problemas estructurales, de liquidez y de deuda soberana, mientras que se considera imposible aplicar estas expresiones a retos. Una vez analizados los ejemplos, resulta que las posibilidades combinatorias de reto son más restringidas que las de problema por lo cual, en muchos contextos, dichos términos no pueden alternarse.

Junto a esta diferencia podemos observar otra, relacionada con las connotaciones que evoca cada uno de estos conceptos. Según la teoría de la argumentación de Ansombre y Ducrot, la significación de una palabra es un haz de topoi, es decir, un haz de principios generales compartidos por una colectividad que permiten realizar las inferencias pertinentes para pasar de un enunciado a otro. Para entender el significado de un término es preciso examinar los topoi que tiene. Nuestra intuición lingüística nos indica que existen topoi que podemos relacionar con la palabra problema, pero no con la palabra reto y al revés. ¿Es cierto? Observemos algunos ejemplos.

En el caso de la frase Es normal con la de problemas que hay, y si no que se lo digan a nuestro país que está viviendo un calvario, pero no menospreciemos nunca el tremendo poder de la liquidez inyectada por los bancos centrales (CincoDías), vemos que los topoi que incluye problema pueden ser preocupación, disgusto, aflicción, etc. En este contexto la utilización de reto es imposible, lo que nos hace ver que dentro del haz de topoi de reto no aparecerán los conceptos propios de problema. De la misma forma, refiriéndonos a los problemas de los manifestantes con la policía hablamos de los  conflictos entre ambos y los posibles casos de violencia. Igualmente, hablando de niños con problemas pensamos en el grupo concreto de niños enfermos o con alguna discapacidad. La utilización de reto en los dos casos no sería adecuada. Así, se puede decir que problema está orientado hacia la dificultad, implica preocupaciones y disgustos.

Como nos han mostrado los ejemplos anteriores, la orientación de reto no puede ser la misma. En la afirmación Ana Clara Belío, especialista en Derecho de familia y laboral, asumió el reto de ser una de las pocas socias directoras que existen en el sector de la abogacía (CincoDías), nuestra intuición lingüística no indica que en este caso no podemos hablar de problema. Se cree que ocupar un puesto importante puede ser difícil, pero a la vez motiva a desarrollarse, contribuye al enriquecimiento personal  y se relaciona con una gran satisfacción; justamente estos son los topoi asociados a reto. De esta manera, se puede considerar que mientras que problema está orientado hacia dificultad, la orientación de reto va encaminada hacia estímulo. Se trata por lo tanto de una diferencia retórica de orientación.

Una vez encontrada la diferencia fundamental entre ambos términos, podemos volver a los primeros ejemplos presentados. Resulta que la aparición de reto, allí donde según nosotros podría hablarse de problema, es una elección retórica del periodista. Se podría considerar que con el cambio de término cambia la forma de ver el asunto. Hablando del reto del cumplimiento del déficit público, de los cinco millones de parados, de la necesidad de recuperar el empleo etc. se orienta la cuestión hacia el estímulo, se ve como una posibilidad de desarrollo y de conseguir objetivos nuevos. Si en vez de la palabra reto hubiera aparecido la palabra problema, lo que llamaría la atención sería la gran dificultad del asunto.

Siguiendo esta idea, parece que todos a los que se les ha reducido el sueldo deberían dejar de verlo como un problema y orientar esta experiencia hacia el estímulo, considerándola simplemente un reto. No obstante, ¿no sería mejor ser conscientes del poder de la retórica y a la vez, ante los múltiples problemas que nos vienen de fuera, intentar buscar los verdaderos retos en nuestra vida?

Karolina  Zygmunt

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