Sin límites (I)

25/10/2022

“Tú puedes con todo lo que te propongas”, “no hay nada que no puedas hacer”, “sin esfuerzo no hay recompensa” y otros discursos como estos están a nuestro alrededor en el día a día. Sin embargo, ¿realmente el ser humano carece de límites? El esfuerzo lleva a mejorar, pero ¿hasta qué punto?

El objetivo de esta entrada es ver cómo ciertos argumentos con base racional pueden haber derivado en conclusiones poco racionales. Para ello, aplicaremos la teoría de Anscombre y Ducrot en lo que atañe a la argumentación y los topoi, como reglas generales de razonamiento.

En primer lugar, resulta interesante observar cómo subyacen las ideas de las que partimos en la serie de ejemplos que exponemos a continuación: a saber, que cuanto más esfuerzo, más mejora (+esfuerzo +mejora) y que este primero, el esfuerzo, es lo que convertiría lo imposible en posible. Si nos centramos en anuncios publicitarios del mundo del deporte, donde se observa de manera clara lo que intentamos desarrollar, es representativo el ejemplo de marcas de deporte como Adidas con su lema impossible is nothing: “No existe el no puedo, el no me atrevo o el imposible” o videos motivacionales en los que subyace la misma idea: “Puedes escalar las montañas que desees, puedes hacer lo imposible, posible”, “un hombre sin metas es un hombre sin vida”. En Nike también encontramos diversos ejemplos en donde la idea base del esfuerzo, además, empieza a cobrar un matiz de dolor: “Hasta que no lo quieras tanto como respirar, nunca lo lograrás”, “no es cuestión de no caerse, es cuestión de volver a levantarse” o “si puedes correr una cuadra, corre una carrera, un maratón, rebasa a la estrella de la película”, “si puedes jugar a tenis, gánale a Serena”, todo lo cual concluye en última instancia con la frase célebre que en la década de los ochenta, tanto en películas como en música, se extendió entre la sociedad: no pain, no gain (“sin dolor no hay ganancia”).

Como se ha podido observar, en estos ejemplos se vinculan las capacidades físicas con los límites mentales, la voluntad con la capacidad y el resultado con la cantidad de esfuerzo aplicado de modo lineal, siguiendo la idea principal que hemos expuesto al principio. Los esfuerzos conducen a la mejora y si todo lo que nos proponemos lo vamos a lograr, entonces parecería lógico establecer que, a mayores objetivos y mayor esfuerzo, mayores logros (+objetivo/esfuerzo +logro).

No obstante, aunque a simple vista nos pueda parecer obvio el hecho de que el esfuerzo suele tener su merecida recompensa y ser condición de cualquier actividad humana, quizá habría que admitir que no actúa como una condición suficiente, de igual manera que el dolor y la ganancia (+dolor +ganancia) o el deseo y la mejora (+deseo +mejora) tampoco son proporcionales. Tal vez la cuestión radica en el hecho de concebir estos argumentos dentro de una relación lineal. Sabemos que el esfuerzo es necesario para conseguir nuestros objetivos y que conlleva cierto sufrimiento, pero ¿hasta qué punto hemos extendido tanto este hecho como para afirmar que el ser humano no tiene límites y que sufrir es bueno o garantiza logros? El esfuerzo y más, entendido como dolor, puede sobrepasar sus límites y causar daños irreparables.

Resulta interesante echar la mirada atrás y ver cómo ciertas ideas comúnmente admitidas pueden generar otros argumentos que derivan de ellas. En su conjunto forman razonamientos de los que la sociedad saca conclusiones. Sin embargo, y tras el análisis realizado, ¿podríamos considerar que se han generado de manera acrítica?

En conclusión, los argumentos presentados son los que permiten, como señala el marco teórico de Anscombre y Ducrot, que mientras un enunciado funcione como razón, con o sin fundamento por muy admitida que sea, el otro se presente como conclusión. Cosa muy corriente en nuestra sociedad actual, cuando realmente debemos considerar dónde están los límites de su racionalidad y cómo una idea aparentemente razonable puede sobrepasar con suma facilidad estos últimos.

Natalia Gomila Chirivella

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